Juan Ramón Biedma equipara los delirios mentales con la creación de un novelista en 'El humo en la botella'

Actualizado: miércoles, 16 junio 2010 16:42

SEVILLA 16 Jun. (EUROPA PRESS) -

El escritor sevillano Juan Ramón Biedma equipara en su última novela, 'El humo en la botella' (Salto de página), los delirios de un enfermo mental con el proceso diario de un familia, pues "no hay un fenómeno más parecido a la escritura", donde además Sevilla aparece en la obra como una ciudad "manicomio".

En una entrevista concedida a Europa Press, Biedma, autor de novelas como 'El manuscrito de Dios', señaló que si se profundiza en el delirio de personas con perturbaciones se observa que éstas se han nutrido y alimentado de su" entorno, experiencia, espiritualidad y obsesiones, y esto y no otro es el proceso de los novelistas, por lo que si alguien está facultado para entender la fuga de la realidad que experimentan las personas con alteración, somos los escritores", confesó.

'El humo en la botella', que se presenta mañana en Sevilla, además de la trama policíaca, la organización de un secuestro con sus días previos y posteriores y la peripecia policial, recoge un signo de identidad evidente que es una serie de personas con alteración mental que han pasado por la asistencia sanitaria y que viven actualmente en la calle o pisos tutelados y que encuentran en el secuestro la única forma de salir de este medio en el que están aprisionados y librarse del estigma de su enfermedad.

La novela recoge la historia de Set Santiago, abogado y ex convicto, que se pone al servicio de ocultos intereses para encontrar a Eme Tobasa, un paciente fugado del psiquiátrico. Mientras tanto, antiguos enfermos mentales traman un secuestro por dinero y venganza, estalla un motín en el ala psiquiátrica de un hospital, se prepara el asalto a un banco clandestino, anda suelta una psicópata de 15 años, un manicomio en ruinas es reconstruido por sus antiguos residentes, dos hombres se hunden en una relación sadomasoquista y Eme recorre una Sevilla oculta, amenazante y violenta en busca de la mujer que lo obsesiona desde siempre.

Con respecto al género utilizado en su último trabajo literario, Biedma indicó que la novela negra es "el vehículo perfecto" para moverse por la ciudad de forma horizontal y vertical, pues permite visitar los puntos claves que queremos que afloren como localizaciones de la historia, pero también por distintos ambientes sociológicos que protagonizan la novela. En este sentido, resaltó que "no hay género que permita la libertad de movimientos en muy poco tiempo y que te sirva como acelerador continúo para dar el nervio a la trama que pretende él mismo en sus novelas".

No obstante, dijo que desde que comenzó a escribir su primera novela, mantiene siempre una cierta familiaridad entrelazando diferentes aspectos literarios a las tramas criminales. De esta manera, explicó que el ambiente gótico está siempre presente en sus novelas porque le sirve para dar la "luminosidad y presión continua para recoger una novela muy definida". Así, indicó que pretende "una novela muy comprometida con males de nuestros días, psicológica y con toques fantásticos". En este sentido, aseguró que para que la novela negra sobreviva necesita "nutrirse e ir más allá".

Según el escritor sevillano, todos los personajes, inevitablemente, tienen algo del autor. Así, en el caso de Set Santiago, abogado como Biedma, tiene, según reconoció, caracteres por los que se le reconoce a él mismo, pero ha llegado a una posición en la vida más extrema que la suya. "La ironía, el sarcasmo, el punto de desencanto, el no creerse nada, incluso a sí mismo o el personaje de novela negra que representa, esto es, un personaje creíble a través de su descreimiento de todo son parecidos inevitables", confesó.

"SEVILLA, CIUDAD MANICOMIO"

La novela compara la ciudad de Sevilla con un manicomio, un hecho que explicó Biedma afirmando que "desde que éstos desaparecieron, las calles se convirtieron en los nuevos centros mentales", y en este caso, "Sevilla es una ciudad abocada a la calle y donde la gente viva en ellas". En este sentido, comentó que, en contra de lo que se piensa en el exterior sobre Sevilla como una ciudad maravillosa y donde todo se centra en las terrazas de los bares, los que viven aquí saben que existe "una ciudad dispar y socialmente marcada, donde existe unas personas que viven muy bien y otras muy mal, en las que las clases desfavorecidas marcan una inseguridad ciudadana importante y una población desempleada importante, razones que hacen de Sevilla un caos continuó y latente", afirmó.

Por otro lado, uno de los fines claros de la novela es ofrecer un aviso social sobre el tema, es decir, analizar como la situación en los años 70 cuando estaban abiertos los centros e instituciones mentales reflejaba que las personas con algún tipo de perturbación eran encerrada 'sine die', una "barbaridad". Continuó explicando que el hecho de que la mayoría de los enfermos mentales ahora vivan en sus casas o solos con una medicación que "no siempre tiene el seguimiento que debiera tener y con una carencia manifiesta de instituciones sanitarias que apoyen, controlen y potencien la recuperación de éstas hacen que se creen situaciones difíciles y que dejen mucho que desear".

Al hilo de esto, aseguró que, tras haber investigado y documentado sobre el tema, "Sevilla es un muestrario importante de cómo se producen esas situaciones en las cuales los primeros perjudicados son los enfermos y que, por otro lado, contribuyen a potenciar el estigma que recae sobre ellos, es decir, a pensar que todos los esquizofrénicos, por ejemplo, son peligrosos, cuando se sabe que es un pequeño porcentaje".

Biedma inició su carrera literaria con 'El manuscrito de Dios', mención especial del jurado en el II Premio de Novela fallado por la Semana Negra de Gijón del 2004 y finalista del Memorial Silverio Cañada, y continuó con títulos como 'El espejo del monstruo', 'El imán y la brújula' y 'El efecto Transilvania'.