GUADALAJARA, 13 May. (EUROPA PRESS) -
Como cada año la localidad alcarreña de Atienza se prepara para conmemorar de nuevo --y van 856 años de manera ininterrumpida-- la liberación por parte de los arrieros de la villa del rey de Castilla Alfonso VIII (1158-1214) durante la minoría de edad del monarca.
El Domingo de Pentecostés los cofrades, vestidos con el típico atuendo --chaquetilla, capa y sombrero-- y precedidos por su bandera, van en romería a la ermita de la Virgen de la Estrella, rememorando la gesta realizada por sus antepasados allá por el año 1163.
La Cofradía de la Santísima Trinidad tiene su origen en una agrupación de tipo gremial, surgida entre los arrieros de la villa, que se ganaban la vida con la venta ambulante de sus productos en las ciudades de la España medieval.
Es en este contexto en el que se produce un hecho clave en la historia de la Cofradía, como es la salvación del rey niño, Alfonso VIII.
Según refleja el programa de las fiestas y recoge Europa Press, ocurrió a finales del segundo tercio del siglo XII y se logró, según la tradición, mediante el engaño de los arrieros de Atienza a las tropas del rey Fernando II de León, tío del monarca, cercando la villa amurallada.
Su traslado, en siete jornadas hasta la ciudad de Ávila, da origen a esta celebración desde hace más de ocho siglos.
PATRIMONIO Y SIMBOLOGÍA
El principal documento que atestigua la existencia de la Cofradía es un texto en pergamino denominado 'Ordenanzas', de finales del siglo XII, en el que se detallan las obligaciones y derechos de sus miembros, además de delimitar las infracciones cometidas en las Juntas y en otros actos ordinarios o festivos de la Cofradía.
A este documento le acompañan otros 19 pergaminos de los años 1255 a 1398, principalmente concesiones de monarcas castellanos a los arrieros de la villa.
Parte importante de estos documentos se exponen en el Museo de la Santísima Trinidad y de La Caballada, inaugurado en el año 2003 en la iglesia del mismo nombre.
Los actos de esta romería típica se desarrollan en la ermita de la Virgen de la Estrella, a unos dos kilómetros de la localidad. Es ésta una edificación de nueva planta, fechada la finalización de la obra en 1734, de una sola nave y con casa para el santero.
Es en esta dependencia donde los cofrades realizan la comida ritual de hermandad el Domingo de Pentecostés. El retablo está presidido por un lienzo de una Inmaculada que tiene a sus pies a Alfonso VIII y a su esposa Leonor, acompañándole otras cuatro tallas de gran valor artístico, como son la Adoración de los Pastores, Adoración de los Reyes, San Juan Bautista y San Matías y San Andrés y San Pedro.
La imagen de Nuestra Señora de la Estrella es una talla en madera dorada y policromada, barroca, datada en 1713, que representa a la virgen de cuerpo entero, vistiendo túnica roja estofada sobre oro, sujetando en su mano izquierda a un Niño Jesús, completamente desnudo.
Todos los actos de la romería del Domingo de Pentecostés son presididos por las dos Insignias y por la Bandera de la Cofradía. El derecho a llevar esta enseña de la Cofradía se realiza, por primera vez, el día de San Isidro, y el remate final tiene lugar a la hora de montar a caballo en casa del Prioste el Domingo de Pentecostés.
La Cofradía cuenta también con un estandarte con las imágenes de la Santísima Trinidad y San Isidro y una cruz procesional que, junto con las Insignias, son de asistencia obligada a procesiones y entierros de sus miembros.
LAS 'SIETE TORTILLAS' COMO PISTOLETAZO DE SALIDA
El sábado, víspera de Pentecostés, es el día de las Siete Tortillas. El Prioste, el Mayordomo, los miembros de la Mesa de la Cofradía y el Fiel de Fechos, acompañados de la Priosta, Seisa y Mayordoma, se dirigen andando hasta la ermita de la Estrella, precedidos de los dulzaineros y el Manda, para realizar los preparativos de la fiesta del día siguiente.
Los hombres plantan el ramo para la subasta de las roscas y las mujeres engalanan la imagen de la Virgen y el altar de la ermita.
La Junta Particular, en fraternal mesa, consume las siete tortillas --todas distintas y de vigilia-- en recuerdo de las siete jornadas de camino hacia la salvación del rey Alfonso VIII en 1163.
El Domingo de Pentecostés, el tamboril y la dulzaina despiertan a los hermanos que, acompañados de sus caballerías, se dirigen hacia la casa del Prioste. A las 10.00 horas el Fiel de Fechos pasa lista y hace públicas las sanciones que los hermanos deben satisfacer en libras de cera.
Se subasta, asimismo, quién portará la Bandera, siendo esta puja en cuartillos de vino. Una vez que la comitiva ha recogido al Abad, descienden hasta la ermita de la Estrella.
Al llegar, desmontan a la voz del Manda: "Señores hermanos, a pie". A las 12.00 da comienzo la Procesión hasta la primera de las Peñas de la Bandera.
A lo largo del recorrido se subastan los banzos en cinco ocasiones. Las pujas, anotadas por el Fiel de Fechos, son siempre en celemines de trigo.
Concluida la procesión, comienza la Santa Misa, con los cofrades ocupando un lugar preferente, en la que late el recuerdo de los hermanos ausentes y la gesta sobre la que versa la homilía.
Después de este acto religioso, se lleva a cabo la subasta de las roscas. Antes de la comida los cofrades honrar a la virgen con el baile de la Jota Castellana, como prueba de cariño y devoción y en recuerdo de la danza ejecutada por sus antecesores salvadores de Alfonso VIII ante sus perseguidores.
JORNADA VESPERTINA
Al caer la tarde vuelven a montar en sus cabalgaduras y precedidos por dulzaina, tamboril y abanderado (deteniéndose en las dos Peñas de la Bandera, donde se reza por los difuntos de la Cofradía) se dirigen hasta los aledaños de la villa, en el lugar conocido como Camino de las Cuevas, atravesando la villa y el histórico arrabal de Puertacaballos.
En la carrera, recuerdo del viaje hasta Ávila, los cofrades compiten por parejas, en una imagen irrepetible con el castillo y la villa al fondo. Ya de vuelta a la villa, en la casa del Abad de la Cofradía, éste despide a la comitiva a caballo con un vaso de limonada.