TOLEDO 22 Abr. (EUROPA PRESS) -
El 'nosema ceranae', parásito que está provocando la despoblación de las abejas al causarles lesiones anatómicas incompatibles con la vida, prevalece por encima del 52 por ciento de las colmenas existentes en el país, porcentaje que en el caso de Castilla-La Mancha se extiende a toda la región.
Esta es una de las conclusiones del proyecto de investigación que está acometiendo el Centro Regional Apícola de Marchamalo (Guadalajara) que trabaja desde 1999 en la detección de la causas que provocan la muerte de las abejas, y en el que se han analizado más de 800.000 muestras de abejas, procedentes de todas las comunidades autónomas, de países europeos, como Francia, Suiza o Alemania, e incluso de Argentina y EE.UU.
Así lo explicó en declaraciones a Europa Press, el director del Centro Regional Apícola de Marchamalo, Ángel Sanz, quien aseguró que lo que en principio era una hipótesis, se ha convertido en una certeza, pues es el parásito 'nosema ceranae' el que está provocando el despoblamiento de las colmenas.
En estos momentos, señaló Sanz, el centro guadalajareño realiza un estudio epidemiológico, financiado por el Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA) de muestras aleatoria de colmenas de todo el país, que desvela que el parásito prevalece por encima del 52 por ciento de las colmenas, "de tal forma que si en un año, o año y medio las colmenas no se trata están condenadas".
Fue en el año 2005, continuó Ángel López, cuando el Centro de Marchamalo descubrió el parásito, aunque recordó que fue un investigador sueco el que detectó su presencia en las abejas asiáticas, que no producen miel, y a las que no afecta su patología.
"Pero el 'nosema ceranae' ha saltado de especie, de la asiática a la europea, y hasta que ésta se acostumbre a él la está diezmando", dijo Ángel Sanz, quien añadió que en el caso de Castilla-La Mancha, donde existen unos 1.200 apicultores y entre 180.000 y 200.000 colmenas, la incidencia es menor, pues la Consejería de Agricultura, ha establecido una línea de ayudas para aplicar un antibiótico a los colmenas afectadas, que está aminorando los daños.
"Pero el tratamiento, defendió Sanz, no es suficiente, y hay que abordarlo con más rigor y de forma más global" añadió Sanz, quien insistió en que "ésta es la conclusión más certera, y para llegar a ello hemos tenido que trabajar mucho, en colaboración con investigadores de otras universidades y de otros países".
Dicho esto, el director del Centro de Investigación Apícola de Marchamalo descartó que el uso de pesticidas o el cambio climático esté afectando a las colmenas, pues en Francia, a pesar de haberse prohibido el uso de algunos de estos abonos químicos, las colmenas siguen muriendo.
"Eso confirma que lo que tienen es 'nosema', y por tanto especular con pesticidas que no se están usando no es serio y es absurdo, porque se está demostrando lo contrario", concluyó.