VALLADOLID 16 Nov. (EUROPA PRESS) -
El 33 por ciento de los 235 beneficiarios de microcréditos en España han superado la situación de exclusión social y laboral en que se encontraban desde que, en el año 2008, se pusiera en marcha un proyecto piloto entre la Fundación ICO y Cajasol.
Así lo ha señalado este miércoles el asesor de Microfinanzas de la Fundación ICO, Nazrul I. Chowdhury, quien en el marco de la V Cumbre del Microcrédito que se celebra en Valladolid ha señalado que esta iniciativa se puso en marcha en 2008 en España, en concreto en Sevilla, Huelva, Pamplona y Barcelona con el fin de demostrar, como sucede ya en otros países, que la "confianza en el ser humano" es "mucho más fuerte" que un aval.
Desde su puesta en marcha y siempre con la vista puesta en los colectivos en exclusión no sólo en lo económico y financiero sino también en lo social, el proyecto ha llegado a 235 personas sin acceso a la oferta del sistema financiero de las que el 33 por ciento ha conseguido un trabajo o una vida mejor gracias a los microcréditos personales o para el autoempleo.
Del total de beneficiarios, según Chowdhury, el 35 por ciento ha nacido en España y el 65 por ciento restante tiene la nacionalidad o la residencia pero nació fuera y, además, el 64 por ciento de los beneficiarios son mujeres frente a un 26 por ciento de hombres.
El asesor del ICO en esta materia, que este martes protagonizó en Valladolid la sesión 'Microcréditos en países industrializados para la inclusión social y financiera: una conversación con los clientes', ha centrado el objetivo de las microfinanzas en España en colectivos como víctimas de violencia de género, prostitutas o personas de etnia gitana a quienes, "en su puerta" y a través de distintas ONG e instituciones, les ofrecen una oportunidad para salir adelante.
El proceso, antes de la posible concesión del microcrédito, comienza con la integración de estas personas "autoexcluidas" en grupos de no más de 15 personas que, una vez cada dos semanas, trabajan juntas para fomentar su motivación, desarrollar su autoestima, su capacidad y sus "valores humanos".
De este modo y en el momento en que cuentan ya con la suficiente capacidad para afrontar la petición de una inversión --no es obligatorio solicitar el microcrédito-- llega el momento de elegir entre las dos modalidades: la centrada en la financiación de una necesidad básica con un máximo de 2.000 euros o la dedicada al autoempleo, que con un máximo de 15.000 euros obliga a poner en marcha un negocio en España.
El tiempo de permanencia en los grupos es opcional y los intereses, desde la perspectiva mensual, son del 2,25 por ciento, a lo que se suma, según Chowdhury, la decisión de los beneficiarios sobre el plazo de pago, que no pueden superar los cinco años en caso del microcrédito por autoempleo y los dos en caso personal.
LOS DEMANDANTES, "RESPONSABLES"
"Los beneficiarios piden poco dinero por responsabilidad", ha reconocido el asesor de la Fundación ICO en esta materia antes de reconocer que existen muchas personas esperando a poder entrar en los grupos y que la expansión de este proyecto está directamente vinculada a los recursos, que llegan de la mano del sector financiero.
Nazrul I. Chowdhury ha estado acompañado por seis personas que, debido a distintas circunstancias, se han beneficiado de la concesión de un microcrédito y que coinciden en resaltar la importancia de esta iniciativa y su implicación con ella.
Así, Manuela Zambrano recibió un microcrédito de 1.800 que, en no más de "un par de años" le va a permitir reflotar su empresa de trajes flamencos. "Es mucho más importante la razón social, las reuniones, que te dan un subidón casi más importante que el económico... este sistema es junto, fifty-fifty (...). Estoy súper orgullosa de pertenecer a este grupo y jamás me van a perder de vista", ha confesado.
Por su parte Auxiliadora del Valle, onubense y víctima de violencia de género, encontró su primera "puerta abierta" en Sevilla, ciudad a la que huyó y en la que se encontró con una fundación de acogida a través de la cual entró en uno de los grupos, en el que empezó a sentirse "persona".
Su microcrédito, de 800 euros, lo dedicó a recuperar la dentadura que la violencia de la que fue víctima le hizo perder y en la actualidad tiene ya su independencia económica gracias a su trabajo. "La Fundación ICO no es la fundación del dinero... es una obra social que nosotros tenemos que respaldar".
Por su parte para Mirtha Julia Camacho, boliviana residente en Barcelona desde hace tres años con sus siete hijos y su nieto, país al que llegó tras una estancia en Brasil huyendo de la violencia de género, recibió un microcrédito de 2.000 euros para evitar perder un terreno que tiene en su país de origen debido a la normativa que rige actualmente en el país andino.
Dolores Fernández, que destaca las "ventajas, flexibilidad y trato directo" que ha recibido, se vio obligada a solicitar un microcrédito de 1.500 euros para sufragar parte de una multa impuesta a su pareja sentimental por parte de un juzgado --pesaba sobre él una condena de 18 meses de prisión en caso de no sufragar la mitad de la cuantía impuesta-- y a la que no podía hacer frente.
"Somos pobres pero nunca nos hemos visto en esta situación", ha reconocido Fernández, quien ha avalado la flexibilidad en las condiciones y la poca presión a la que se ven sometidos pese a la obligatoriedad en la devolución del crédito.