SALAMANCA 31 Oct. (EUROPA PRESS) -
Cientos de personas se han concentrado en las inmediaciones de la Catedral de Salamanca para ver cómo el tamborilero Ángel Rufino de Haro, conocido como 'El Mariquelo', cumple con la tradición y sube a lo alto de la Torre de las Campanas del templo religioso.
Pasadas las 11.30 horas, ha iniciado la ascensión ante la atenta mirada del público asistente, muchos de ellos turistas que han aprovechado su visita a la ciudad para acudir a uno de los actos más tradicionales de la cultura popular salmantina.
A la altura de la terraza, sobre el cuerpo central de la Catedral, ha leído un pequeño texto, además de lanzar papeles al vacío en los que se podían leer mensajes de optimismo y deseos para mejorar la sociedad actual.
Después, ha vuelto a intervenir a la altura del reloj, desde donde ha saludado al público, y ha proseguido su marcha. Ya en el cupulín, tras ascender la cúpula por el exterior de la torre, ha concluido el acto con un nuevo mensaje de apoyo a las personas que lo están "pasando mal" por la crisis y aquellas aquejadas de falta de salud.
En este momento, desde lo alto de la Catedral, ha interpretado la tradicional charrada, que se ha podido escuchar en la parte baja gracias a un sistema de megafonía, y lo ha completado con la suelta de palomas como deseo de paz y buenas noticias en el futuro.
Previamente a la ascensión, y también después, ha proseguido la fiesta con un pasacalles por Salamanca y la actuación de diferentes grupos folklóricos llegados de distintos puntos del país.
TRADICIÓN
Ángel Rufino de Haro recuperó esta tradición religiosa que se remonta al 31 de octubre de 1755. Entonces, tuvo lugar el conocido terremoto de Lisboa, que se dejó sentir con importantes consecuencias materiales en Salamanca.
Por suerte, con ese temblor no hubo que lamentar víctimas en la ciudadanía salmantina, que se había refugiado mayoritariamente en el interior de la Catedral de Salamanca. Una buena noticia que según las autoridades religiosas del momento se debió a la providencia divina.
Así pues, el Cabildo Catedralicio promulgó un edicto en el que se decía que todas las vísperas del Día de Todos los Santos una persona subiría a tocar las campanas en acción de gracias y, aprovechando la ascensión, mediría la inclinación de la Torre, que se había visto afectada por el temblor.
La familia que vivía en aquellos tiempos en el interior de la Catedral era conocida como 'Los Mariquelos' y fue la encargada de cumplir con el edicto religioso hasta 1976, cuando uno de sus descendientes cumplió por últimas vez con la promesa.
Posteriormente, nueve años después, en 1985, Ángel Rufino de Haro decidió recuperar la tradición, que se ha venido manteniendo hasta la actualidad con su ya tradicional subida vestido con el traje charro y sus instrumentos de música tradicional para cantar una "charrada" desde lo alto del templo.