BARCELONA 1 Feb. (EUROPA PRESS) -
Cuatro jóvenes berlineses crean una empresa que se ofrece a contactar con las víctimas de las pequeñas crueldades cotidianas para aligerar el sentimiento de culpa de la población; ése es el argumento principal de 'Sorry' la gran novela negra del croata Zoran Drvenkar, y el desencadenante de toda la acción.
El escritor, presente en Barcelona a raíz del certamen literario BCNegra, ha comentado en una entrevista a Europa Press que la idea le apareció en sueños --sólo tuvo tiempo de escribir la palabra 'perdón' en la mano--, y que, una vez entrado en materia, decidió escribir una novela de crítica social.
Para ello ideó esta curiosa empresa, algo aparentemente inverosímil pero que ya empieza a funcionar, con algunas variantes, en países como Japón.
A los personajes de la novela de Drvenkar, el invento se les va de las manos, cuando un día, reciben una oferta de un cliente anónimo que les pide pedir perdón al cadáver torturado de una mujer.
A partir de ahí arranca precipitadamente la acción, en la que el lector es protagonista, ya que el autor usa la segunda persona para describir las acciones del asesino, y de paso, hablar directamente al lector.
"Para alguien que no está acostumbrado a leer así puede ser agotador", ha asumido Drvenkar, que en la novela no escatima detalles sobre aspectos como la pedofilia, un tema duro que le obligó a dejar de escribir durante un tiempo.
Drvenkar se prometió a sí mismo que no se afeitaría hasta que terminara el libro, y finalmente tardó tres años, lo que le dejó de recuerdo una "barba horrible" que hoy se ha convertido en una perilla canosa, el tributo a su novela, ha dicho satisfecho.
'Sorry' se ha convertido en un fenómeno literario en Europa, galardonado con el Premio Friedrich Galuser a la mejor novela negra en Alemania, Austria y Suiza.
En octubre se publicará en Estados Unidos, y en marzo del año próximo, en Inglaterra, y mientras tanto ya hay en marcha una adaptación cinematográfica.
Drvenkar (Croacia, 1967) parece mantenerse ajeno a todo el barullo; acaba de dejar su morada en un antiguo molino a las afueras de Berlín para trasladarse a una casa aislada en medio de la campiña inglesa.
"No me gusta mucho la gente", ha confesado el escritor, al que le encanta el mal tiempo --odia el sol-- y la sensación de no tener a nadie alrededor en kilómetros a la redonda.