Cultura es la palabra más buscada y abdicar fue la más recurrente hace un año
BARCELONA, 19 Mar. (EUROPA PRESS) -
El director de la Real Academia de la Lengua española (RAE), Darío Villanueva, ha defendido este jueves en la presentación del Diccionario de la Lengua Española que éste "no puede ser políticamente correcto".
"¿Quién pone límite a lo que se considera políticamente correcto?", ha cuestionado en rueda de prensa en el Círculo del Liceu, tras narrar el caso de una asociación que ha solicitado al Parlamento que obligue a la academia a retirar la cuarta acepción de la palabra cáncer --referida a un desorden que afecta gravemente al funcionamiento de una sociedad--.
"¿Por qué vamos a retirar eso? Es como pensar que si se retira la palabra el uso desaparece. Si retiramos la acepción dos o tres --referidas al tumor--, desafortunadamente sabemos que no desaparecerá", ha apuntado.
Sin embargo, para estos casos, la Academia quiere introducir un sistema de marcas --referencias-- para advertir a los usuarios de que algunas palabras tienen un significado ofensivo o injusto, de manera que recojan la sensibilidad social hacia determinadas acepciones y usos léxicos: "Son marcas referidas a la pragmática lingüística, a cómo funciona la palabra en la realidad".
Así, la vigésimocuarta edición del diccionario contendrá en versión digital este tipo de abreviaturas --como las que actualmente hay para señalar aspectos para palabras como cabrón--, en palabras que tienen una lectura ofensiva para algunos colectivos como subnormal, gitano, judiada y jesuístico.
NO REPRIMIR EL IDIOMA "CANALLA"
Villanueva ha asegurado que el idioma es uso y es conducta, y que no es una foto fija porque se colorea de forma diferente según el contexto: "Estamos a favor del idioma cortés y civilizado, no del canalla, pero no vamos a reprimirlo porque también existe".
Preguntado sobre cómo afronta la academia la revolución tecnológica, Villanueva ha viajado a la invención del ferrocaril, que trajo palabras del inglés y del francés que nadie ya se cuestiona, como tren y convoy.
Sin embargo, ha advertido sobre la rapidez de la revolución tecnológica, que a veces obedece a marcas destinadas a ser sustituidas, y que ha explicado con ejemplos como que "el Whatsapp le está dando un golpe muy fuerte al 'sms'", o la caducidad de la palabra aceptada en el diccionario módem".
No obstante, sí ha admitido que la academia se ha beneficiado de las nuevas tecnologías de forma importante, y que "no es lo mismo hacer un diccionario a base de fichas y papeles que a base de datos y hojas de Excel".
"Ahora las nuevas tecnologías nos permiten decir que nunca antes el diccionario ha ejercido tanta influencia en el uso del español como ahora", ha comentado Villanueva, que ha aplaudido que dispositivos como los teléfonos inteligentes permiten hacer consultas en torno a una palabra en cualquier momento.
De hecho, las estadísticas de Google Analytics permiten saber a la academia cuántas visitas han habido, desde qué países, qué tipo de dispositivos y qué palabras se han consultado, una fuente de información muy objetiva para sostener que nunca antes el diccionario ha ejercido tanta influencia: "Me fundamento en el hecho, por ejemplo, de que en febrero recibió 40,5 millones de consultas de todo el mundo".
Según Villanueva, "lo que la Academia puede hacer por el idioma es mucho menos de lo que puede hacer la comunicación y la educación", ya que, sobre todo los medios, tienen la capacidad de marcar tendencia.
Según los últimos datos de los que dispone, la palabra más buscada el pasado mes en el diccionario es cultura --acepción que siempre se sitúa entre las más demandadas--, y como curiosidad, ha dicho que por estas fechas el pasado año la palabra ganadora fue abdicar.
Preguntado sobre la convivencia del castellano y el catalán en Catalunya, Villanueva ha defendido que la situación de las lenguas en contacto es lo más normal del mundo, además de beneficioso, y ha criticado: "El purismo lingüístico es exagerado y conduce a la melancolía, va contra la realidad de las cosas", ya que confía que la contaminación entre idiomas la suele frenar la autoconciencia lingüística.