MADRID, 11 Oct. (CHANCE) - Justin Bieber ha querido darse una lección de cultura y ha reservado en exclusiva la Ciudad del Vaticano para ir a visitarla sin que nadie le moleste durante su recorrido. Un capricho que le ha costado 20,000 euros al cantante, pero que al parecer lo ha considerado una cifra razonable después de que hace dos años confundiera el lugar con el nombre de la Capilla Sixtina. Seguramente un error, que a partir de ahora no volverá a cometer. O al menos eso se espera del joven canadiense, que a pesar de cerrar las puertas para él se pasó buena parte de la visita jugando con un balón. Un gesto desinteresado que no sentó muy bien al personal que trabaja en el Vaticano y que ese día estaba dedicado únicamente a explicarle a Justin la historia del edificio. Donde parece ser que sí se le vio más entregado fue en una discoteca de Roma a la que acudió esa misma noche para despejarse, seguramente, de tanta explicación cultural. Allí, cuentan fuentes cercanas, se mostró bastante entregado a la fiesta y a las chicas del local. Una noche que quizá ya haya llegado a los oídos de Selena Gomez, con la que pretende retomar la relación después de volverla a traicionar pasado el verano. Por su parte la cantante parece estar metida en superar la enésima ruptura con Justin y lo hace a base de comida rápida. Con una fotografía en su Instagram, la actriz muestra toda la comida que se le ha antojado en el camerino antes de entrar a un programa televisivo. Una gula que terminó saciando después de la entrevista yéndose a comer a un restaurante asiático, donde también quiso dejar recuerdo en su red social. Aunque serán imágenes que Justin ya no podrá ver porque Selena le ha dejado de seguir en Instagram para que no sepa, a diferencia de él, cómo le va en su nueva vida.