Los hombres no se fijan en los tacones

Zapatos de tacón
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Actualizado: martes, 5 octubre 2010 19:15

MADRID 5 Oct. (EUROPA PRESS - Andrea Stampa) -

Los zapatos de tacón han sido siempre considerados como un complemento esencial en el armario de cualquier mujer, con el que sentirse sexy y mucho más femenina. Sin embargo, y pese a que nosotras nos sentimos mucho más seguras de nosotras mismas calzándonos unos tacones de infarto, un estudio reciente ha confirmado que los hombres no son capaces de notar la diferencia.

Las mujeres nos calzamos zapatos de tacón con el fin de vernos o más altas o más refinadas y, por supuesto, más estilizadas. Sin embargo, parece que, mientras que nosotras somos conscientes del evidente cambio físico, los hombres parecen no saber distinguir cuándo sí o cuándo no llevamos zapatos de tacón.

Así que, a todas las mujeres que habéis sufrido heridas, ampollas, o vuestra cartera se haya resentido por la última adquisición de zapatos: los tacones no impresionan a los hombres.

Un estudio elaborado por la Northumbria University han detectado que los hombres no son capaces de distinguir si una mujer lleva o no zapatos de tacón. Para ello se encuestó a un grupo de hombres de entre 18 y 35 años y ninguno de ellos se fijó o fue consciente del más que evidente cambio de postura que supone calzarse unos buenos tacones.

Ni el sutil cambio de estatura, no una apariencia más refinada o unas pantorrillas más estilizadas. Ninguno de estos cambios evidentes fue apreciado por los encuestados.

Ahora nos preguntamos, ¿las mujeres se calzan zapatos de tacón con la única intención de impresionar al sexo contrario? en un principio podría decirse que sí, pero teniendo en cuenta que también nos enfundamos prendas que ellos consideran nada sexys -faldas oversize, pantalones anchos de talle caído o algunas de las últimas propuestas de Marc Jacobs- la respuesta es evidente: no.

Las mujeres nos ponemos zapatos de tacón no sólo para vernos más guapas, sino también para seguir las últimas tendencias, sentirnos más a gusto y -por qué no-, para cosechar un poco de envidia de otras mujeres.