Niño con un tirachinas
CORDON PRESS

   MADRID, 31 Oct. (CHANCE) -

   Un sábado más te traemos un nuevo artículo de Nano López, el coach para organizaciones y adolescentes, que nos habla esta vez de las herramientas necesarias para afrontar las actitudes violentas de nuestros hijos.

    Uno de los factores más importantes en la educación de un adolescente es la prevención. Muchas veces los adultos no somos conscientes de la vulnerabilidad de nuestros hijos ante los problemas actuales de la sociedad.

   En la última semana, sin ir más lejos, se han producido tres muertes por violencia de género; un problema de cuya existencia somos conscientes pero ante el cual no hacemos nada para prevenirlo.

   Se trata de un tema muy delicado, ya que los padres siempre piensan que dan a sus hijos la mejor educación y que estos problemas que se dan en la sociedad no tienen mucho que ver con nosotros. Sin embargo, olvidamos los agentes externos.

¿QUÉ INFORMACIÓN ESTÁN RECIBIENDO NUESTROS HIJOS DEL EXTERIOR?

    Los seres humanos nos movemos por emociones y sentimientos y tenemos reacciones ante los estímulos externos. ¿Cuál será la reacción normal ante una agresión? Seguramente, la de defendernos.

   De esto podemos deducir que, muchas veces, cuando nuestros hijos se comportan de forma violenta, es porque hay algo en él que le hace sentirse agredido.

INVESTIGAR LOS ORÍGENES DEL PROBLEMA

   Lo primero que tenemos que hacer es localizar el foco de dicha emoción, descubrir el origen de su malestar. Para ello debemos comenzar por la observación, analizando su comportamiento en distintos escenarios de su vida como la familia, los amigos, etc. con el fin de enfocar directamente el problema.

   Una vez tengamos una imagen de lo que puede estar ocurriendo, debemos comenzar la conversación, enfocada siempre a indagar en sus creencias, ese pensamiento que les hace ver las cosas desde ese punto de vista. Hay que hacer una escucha empática y cercana tratando de no juzgar sus acciones.

   Si, como padres, no nos vemos capacitados para resolver el conflicto, tenemos que acudir a un profesional.

   Hay diferentes profesionales y métodos de terapia que nos pueden ayudar. Desde un psicólogo especializado en menores, si consideramos que el problema está relacionado con alguna patología, a un coach certificado que pueda ayudarnos a que nuestro hijo aprenda a actuar de otra forma ante los problemas.

NUESTROS HIJOS EN SU ENTORNO

   No obstante, algo que tampoco debemos olvidar es la colaboración del entorno. Es importante conocer como nuestro hijo se muestra en otros ámbitos de su vida y acercarnos a ellos para tratar de ser más objetivos.

   Por ejemplo, es probable que no sepamos cómo se comportan nuestros hijos en relación a sus parejas, ya que ese ámbito es muy diferente al que habitualmente conocemos, el familiar.

   Otra de las claves es crear un clima de confianza. Es importante que nuestros hijos tengan en nosotros una confianza plena basada en tres pilares básicos:

   - Competitividad, entendida como hasta donde creemos que la persona es competente y capaz de llevar a cabo sus compromisos.

   - Veracidad, es decir, cómo hemos visto reaccionar ante situaciones similares en el pasado.

   - Sinceridad. Basada en la confianza que ponemos y que determina si nos mienten o no.

   Es fundamental tener intactos estos tres pilares que sostienen la confianza. Si alguno de ellos falla, debemos de restablecer compromisos.

   Otro de los puntos importantes es la vulnerabilidad. Si nosotros, como padres, nos mostramos no vulnerables podemos crear una imagen de prepotencia y alejamiento, generando un conflicto en la comunicación.

   De lo contrario, si nos mostramos vulnerables nos presentamos tal y como somos, cercanos y con disposición a la ayuda, mostrando la facilidad que tenemos para aprender de nuestros errores y dar espacio al aprendizaje.

   Y, finalmente, otro de los puntos clave es ayudarles a crear unos valores en los que poder apoyarse en su día a día y que les anime a adquirir compromisos y crear retos desde la libertad de elegir como personas individuales.

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