Un cerro inexpugnable. La Gigia romana. Gijón. No es difícil imaginar la impresión que los distintos pueblos que se acercaron a esta tierra astur se llevaron de su situación y carácter. Desde un cerro que se convertía en islote a la subida de la marea, protegidos por afiladas montañas y un mar bravío, con toda la riqueza al alcance de la mano, huerta, frutos, animales...
Todos quisieron quedarse. Pero fueron conquistados, más que conquistadores. Los romanos establecieron en el Cerro de Santa Catalina su ciudad fortaleza. Más al oeste, en la Campa Torres, otra importante cita con la historia. Allí se halla uno de los parques arqueológicos más importantes del país: 50.000 metros cuadrados en los que se encuentran los restos de un poblado de época prerromana que fue posteriormente romanizado. Las termas romanas de Campo Valdés y los restos de la muralla de Cimadevilla completan el importante legado de estas civilizaciones en el norte de la península. Hoy Gijón es una villa moderna que se va recuperando poco a poco de los destrozos urbanísticos del siglo XX con un potencial turístico fuera de toda duda.
Cimadevilla, antiguo asentamiento romano, barrio de pescadores y referente histórico de la ciudad, fue distinguida como Puebla en la Edad Media por el rey Alfonso X. La Ruta de la Plata hacía de su puerto un lugar clave del tránsito marítimo y facilitaba el comercio y el abastecimiento. Sin embargo, Cimadevilla iba a conocer, tras este esplendor, una época de vacío y destrucción por el continuo ataque y saqueo que las guerras de los Trastámara llevan a estos lares.
"Gijón le debe el mar a Dios y el resto... a Jovellanos". Esta expresión popular refleja la importancia que, desde el siglo XVIII, tendrá la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos para la Villa que lo vio nacer. El Político, magistrado, juriconsulto, economista y escritor, nacido en 1774 en Cimadevilla (su casa natal, convertida en museo, alberga objetos personales, colección de pintura y escultura asturiana del XIX y del XX, etc) configuró, entre otras muchas cosas, el desarrollo urbanístico de Gijón. Y hoy resulta gratificante recorrer la ciudad de mano de su hijo más ilustre. La Capilla de los Remedios, anexa a su casa, es el lugar en el que se encuentra el sepulcro de Jovellanos.
En la plaza que lleva su nombre se encontraba el Instituto de Náutica y Mineralogía (hoy es un establecimiento hotelero) fundado por Jovellanos promover "el cultivo y comercio del carbón creando hábiles mineros y diestros pilotos". Emulando al Jovellanos que daba largos paseos por la orilla del mar, el visitante debe recorrer el llamado Paseo del Muro, contemplando la Playa de San Lorenzo y la Escalerona (denominada así por su gran tamaño ya que nació, en 1933, para solucionar los problemas de la enorme afluencia de bañistas a la playa).
Ya en la calle Jovellanos tenemos el Instituto Jovellanos (actual sede de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Gijón) en la plaza del Instituto, más conocida por El Parchís (su forma recuerda al del juego de mesa). A la derecha del instituto está la Biblioteca Pública Jovellanos, antes sede del Banco de España, y frente a la Iglesiona (Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en realidad). En el Paseo de Begoña, lugar especialmente recomendado para el ocio y el esparcimiento, se encuentra el Teatro Jovellanos (antiguo Teatro Dindurra).
Es la Plaza del Seis de Agosto la que tiene el honor de contar con la estatua de Jovellanos (realizada por el escultor Manuel Fuxá). El nombre de la plaza es un homenaje a la fecha en la que Jovellanos volvió a su tierra tras diez años de (injusto) destierro: el 6 de agosto de 1811.
Pero si bien la vuelta del hijo de la villa, Jovellanos, fue momento de júbilo, la representación en piedra de una ida, la del emigrante, debió de ser dolorosa y sacrificada como la escultura que lo representa: el Monumento a la Madre del Emigrante. Emplazada en el Rinconín en 1970, esta inquietante obra de Ramón Murieras sigue aún hoy siendo más que un símbolo del alma de la ciudad.
El Elogio del Horizonte, sin embargo, de Eduardo Chillida es el símbolo físico de la ciudad (plasmado en infinidad de logos y ornamentos). Su inauguración, aunque no exenta de polémica, abrió camino a una tendencia más moderna y que actualmente es un rasgo diferenciador de la ciudad: el Monumento de la Paz Mundial, de Manuel Arenas; Escalada, de Pablo Maojo; Génesis de Joaquín Rubio Camín; Paisaje Germinador, de Miguel Ángel Lombardía; Evocación, en homenaje al periodista Francisco Carantoña y realizada por J. Rubio Camín; Andarín, de Miquel Navarro, son algunos de los numerosos ejemplos.
La importancia de Gijón, núcleo urbano, capital de la Costa Verde, no debe ensombrecer al Gijón-concejo, con una variedad y riqueza añadidas (iglesias románicas, gastronomía, espacios naturales protegidos...) que no debe estar en un segundo plano.
La iglesia de San Juan Evangelista, la de San Miguel de Dueñas, y la de Santa María de Leorio son sólo tres de los múltiples ejemplos de arte arquitectónico sobrio, casi modesto, emplazado en lugares privilegiados, que caracterizan al concejo.
El crecimiento industrial es una de las raíces más largas y profundas del concejo. No sólo la minería o la sidra, quizá los aspectos más conocidos, también el acero, el hierro, la pesca, el tabaco, el ferrocarril... La explotación de estos recursos ha dejado una profunda huella en la anatomía de Gijón. El Musel, la antigua Rula, el Museo del Ferrocarril, la Fábrica de Tabacos, el Puerto Deportivo... Conviene documentarse para realizar una jugosa ruta por estos enclaves del desarrollo industrial pasado, presente y futuro de Gijón. Reservamos para la Mina de la Camocha un lugar destacado, un pozo emblemático en la historia de la minería. Aunque su futuro sea incierto, quizá convenga recordar que esta mina es el sueño de los hermanos Felgueroso (langreanos), fue el pan de más de 1.500 empleados en los años sesenta y, allí nacieron, dicen, las primeras comisiones obreras. La Mina de la Camocha, dicen que va bajo el mar y por eso los mineros oyen les oles bramar, reza una mítica canción asturiana y, quizá, uno de los mejores homenajes a este monumento industrial gijonés.
Otra industria, en este caso la del cine, tiene también una cita obligada en Gijón. El Festival Internacional de Cine es, sin duda, uno de los mejores escaparates de la ciudad hacia el resto de España (nombrado por la FIPRESCI, la asociación internacional de la crítica cinematográfica, como el tercero más importante de España). La Semana Negra, en verano, también tiene esta pretensión en el campo de la novela negra.