MADRID 2 Mar. (Por Noelia Gala) -
Manuel Galiana, un actor de los de toda la vida, vive la interpretación como lo más importante de su vida. Confiesa que sus días están dedicados al teatro, algo en lo que piensa hasta en sueños.
La televisión también forma parte de su vida, y ahora podemos verle en la pequeña pantalla como un abuelo del siglo XIX en 'Bandolera', una serie diaria de época de cuyo rodaje disfruta mucho el actor. Además, como su vida no puede concebirse sin teatro, la compagina con 'La Huella', una de las obras clásicas del teatro de intriga.
A pesar de su edad, no quiere parar, y por ello, concienciado de la vida y de su brevedad, no quiere dejar de hacer proyectos, confesando que llegado a su edad todo se acelera más. Él dice que entra la 'década prodigiosa', ya que cumple 70 años, aunque para Manuel Galiana siempre serán 28 años los que cumple en cada aniversario.
Echando la vista hacia atrás, el balance de su vida es muy positivo, asegura que no tiene razón para deprimirse, ya que tanto en lo personal como en lo profesional se ha sentido lleno. "He tenido unos padres fantásticos, amigos maravillosos de los que duran, he sido querido, soy querido", confiesa el actor, y eso sin contar los momentos maravillosos que le ha reportado el teatro, por los que dice que incluso pagaría.
- ¿Cómo es su personaje en 'Bandolera'?
- Es un abuelo, que se ha tenido que hacer cargo de su familia. Es un hombre afectuoso, de principios, es ateo, lo que no le impide que su amigo íntimo sea el cura del pueblo. Sufre mucho con los padecimientos de su familia, un hombre que en un momento dado se puede sentir arrumbado por la vida porque ya es un hombre mayor y ya no tiene la misma energía.
- ¿Qué tiene en común con ese personaje?
- La edad (risas). Y bueno, soy una persona digamos sentimental. Me gustan los amigos, los afectos y siempre me he sentido querido, o mejor dicho, correspondido, porque yo también quiero a la gente. También correspondido por el público, que es algo que buscamos los actores. El actor trabaja para el público, sino seríamos un exhibicionista absurdo. Hay que trabajar para el público, para transmitirle cosas, ese es concepto que yo tengo de actor, realmente es un trabajador social.
- ¿Cómo es rodar una serie de época?
- Es divertidísimo. Es una serie fantástica, no lo diré muy alto no sea que no me paguen. Realmente está siendo muy buen rodaje. Se ha juntado gente que nos sentimos bastante afines. Se rueda muy cómodo. Me divierte mucho ir a hacer ese personaje, disfrazarme allí de ese abuelo rural del siglo XIX, el ambiente, los compañeros, es todo fantástico.
- ¿Tiene otros proyectos entre manos?
- Claro, siempre tengo cosas por hacer. El teatro es mi vida. Ahora estoy haciendo una obra, 'La Huella', una de las obras clásicas del teatro de intriga. Y estoy preparando otras cosas para este año y para el que viene. Quiero montar una obra de José Luis Alonso de Santos, 'En el oscuro corazón del bosque', que es uno de los textos más hermosos del teatro español contemporáneo, y estoy muy encaprichado. También participaré el año que viene en el homenaje a Adolfo Marsillach, y pondremos en escena una obra suya, 'Extraño anuncio'. Tengo una compañía por ahí que quiero sacar a flote. Estoy empeñado en hacer una compañía que principalmente se dedique a obras de autores españoles contemporáneos. Son actores que se han ido formando conmigo, y me parece que ya son actores con suficiente pedigrí para ponerse encima de un escenario. Como voy hacia el final, de pronto se acelera todo más, y pienso 'corre que esto se acaba, y aún hay que hacer muchas cosas'.
- Además de actuar, ¿qué otras cosas le apasionan?
- La vida. La vida es fantástica. Hay que bebérsela. Es verdad que tiene cosas malas, pero si de pronto tenemos una conciencia de la muerte, esto nos va a ayudar a disfrutar muchísimo de la vida. Es pensar: me voy a morir, voy a disfrutar de todas las cosas. Hay montones de cosas que nos tienen que hacer disfrutar, aunque sepamos que tendremos muchos problemas y disgustos, pero por encima de todo eso está la vida llena de cosas bellas. La curiosidad es una de las cosas fundamentales que necesitamos para vivir, la necesidad de querer saber. La vida es cortísima.
- Ahora que cumple 70 años, si echa la vista atrás, ¿qué balance hace?
- Muy positivo. He tenido unos padres fantásticos, amigos maravillosos de los que duran, he sido querido, soy querido. El teatro me ha dado momentos fantásticos, por los que uno pagaría. Si alguna vez me siento deprimido, echo mano de recuerdos, de todo lo que está detrás de mi, lo que la gente me ha dicho, y pienso que no tengo derecho a bajarme.
- ¿Le gusta cumplir años?
- No. Tanto es así que cuando llegué a los 28 años, decidí que ya no cumplía más. Tengo siempre 28, en ellos me he parado. Fue un momento bueno, fue un momento de éxito. De alcanzar esas cosas que un actor quiere. Y dije este es el momento, 28 y ya está. A veces me dicen que no tengo 28, y yo digo que se nota un poquillo, pero si no os fijáis mucho... (risas).
- Después de haberse dedicado toda la vida a actuar, ¿cómo es enseñar a nuevos actores?
- Descubrí que me gustaba mucho. Me aportan la sorpresa de ver que has conseguido transmitirle a otro algo de tu experiencia. Con la enseñanza para intérpretes, trabajas con ellos hasta que de repente les descubres un día haciendo cosas fantásticas. Este año he dirigido también una función, 'Brujas', que ha sido un éxito. Ahora voy a dirigir otra.
- ¿Qué sueños ha podido cumplir?
- Siempre ha habido algo bonito para hacer. Hasta se han llegado a cumplir deseos. Yo quería hacer 'Tres sombreros de copa', y lo he hecho. Quería hacer 'Cyrano de Bergerac', lo he hecho. Y otras cosas que deseaba no, pero concretamente esas dos sí, que me han reportado dos de los momentos gloriosos de mi existencia. He tenido el privilegio de hacer un mano a mano con José María Rodero. Ningún actor de mi generación ha hecho eso.
- Le conocemos a través de sus personajes, pero ¿cómo se describiría?
- Yo no me conozco muy bien. Me he ido haciendo a través de los personajes. En los que he hecho, en cada uno de ellos me he volcado y he conseguido darle aquello especial. Recuerdo alguien que me dijo: 'es estupendo, no pareces un actor'. Y eso es lo que he intentado.
- De no haber sido actor, ¿a qué se habría dedicado?
- A veces en broma digo que me hice actor porque quería ser tantas cosas que la única posibilidad era ser actor (risas). No sé que hubiera sido, me gustan tantas cosas... Posiblemente hubiera sido un explorador, un aventurero, algo que tenga su aventura. Siempre me ha gustado eso. Mi héroe de pequeño era Robin Hood. Yo tenía mi arco y mis flechas, y tenía las paredes de mi casa con las marcas de la ventosa. Siempre me ha gustado todo lo que sea de aventura, y de moverme. Me dicen que si no me cansó de tournés, y yo digo que no, que yo estoy encantado. A mi me encanta estar yendo de un lado para otro. Conoces gente nueva, a veces echas amigos, es fantástico...