MADRID 15 Oct. (EUROPA PRESS) -
En un nuevo estudio publicado en la revista EcologiCal Monographs, ecologistas estiman que las tierras y oceános del Ártico son responsables de la absorción de más de un 25 por ciento del dióxido de carbono atmosférico. De acuerdo con las actuales predicciones de calentamiento global, este fenómeno podría verse reducido o incluso revertido, acelerando en potencia los índices previstos de cambio climático.
En su estudio, David McGuire y su equipo del US Geological Survey y la Universidad de Alaska muestran que el Ártico ha sido un sumidero de carbono desde el final de la última Edad del Hielo, que con el tiempo ha ido acumulando entre un cero y un 25 por ciento del carbono abosrbido globalmente por la Tierra, equivalente a más de 800 millones de toneladas métricas.
En proporción, el Ártico recoge de un 10 a un 15 por ciento del carbono absorbido de la Tierra. Pero el rápido índice de cambio climático en esa región --al menos el doble que en otras latitudes-- podría eliminar ese depósito y convertir al Ártico en una fuente de emanación de dióxido de carbono.
El carbono generalmente se transfiere a las masas oceánicas y terrestres del Ártico a través de la atmósfera y se acumula preferentemente en el subsuelo helado conocido como permafrost. A diferencia de los suelos activos, el permaforst no descompone su carbono; de esa forma, se mantiene atrapado en el suelo helado. Las frías condiciones de la superficie también han ralentizado la tasa de descomposición de materia orgánica, permitiendo que la acumulación de carbono en el Ártico exceda a su emanación, informa Science Daily.
Pero la reciente tendencia al calentamiento podría cambiar este balance. Las temperaturas más cálidas pueden acelerar el índice de descomposición en superficie, liberando más carbono en la atmósfera. Más concretamente, según McGuire, el permafrost ha comenzado a deshelarse, exponiendo al suelo helado a la descomposición y la erosión. Esos cambios pueden revertir el rol histórico del Ártico como sumidero de carbono.
Adicionalmentem, esta evolución del permafrost puede acelerar igualmente la acción de organismos productores de metano, un gas de efecto invernadero 23 veces más potente que el dióxido de carbono, fenómeno que podría acelerar aún más el calentamiento global.