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MADRID, 17 Sep. (EUROPA PRESS) -
Durante décadas, los científicos han creído que las fusiones de galaxias suelen dar lugar a la formación de galaxias elípticas. Ahora, una investigación con el telescopio ALMA, del Observatorio Europeo Austral (ESO), ha logrado obtener evidencias directas de que la fusión de galaxias puede formar galaxias de disco, y que este resultado es, en realidad, bastante común.
Según han explicado los expertos, este sorprendente resultado podría explicar por qué hay tantas galaxias espirales como la Vía Láctea en el universo.
Los investigadores han conseguido este logro tras observar que la mayoría de las colisiones de galaxias en el universo cercano -a una distancia de entre 40 y 600 millones de años luz de la Tierra- dan lugar a las denominadas galaxias de disco. Las galaxias de disco, incluyendo las galaxias espirales como la Vía Láctea y las galaxias lenticulares, se definen por regiones en forma de rosca formadas por polvo y gas, y son distintas de la categoría de galaxias elípticas.
Durante algún tiempo, fue ampliamente aceptado que la fusión de galaxias de disco acabaría formando una galaxia de forma elíptica. Mientras tienen lugar estas violentas interacciones, las galaxias no sólo ganan masa a medida que se funden o canibalizan la una a la otra, sino que también cambia su forma a través del tiempo cósmico y, por lo tanto, cambian de tipo durante el proceso.
Simulaciones por ordenador, llevadas a cabo en la década de 1970, predijeron que las fusiones entre dos galaxias de disco parecidas darían lugar a una galaxia elíptica. Las simulaciones predicen que la mayoría de las galaxias actuales son elípticas, lo cual contrasta con las observaciones, que confirman que el 70 por ciento de las galaxias son, de hecho, galaxias de disco. Sin embargo, las simulaciones más recientes sugieren que las colisiones también podrían formar galaxias de disco.
EL MAYOR ESTUDIO DE GAS MOLECULAR EN GALAXIAS
Para identificar con observaciones la forma final de las galaxias después de las fusiones, el grupo estudió la distribución de gas en 37 galaxias que se encuentran en sus etapas finales de fusión. ALMA y varios radiotelescopios fueron utilizados para observar la emisión de monóxido de carbono (CO), un indicador de gas molecular.
La investigación de este equipo supone el estudio más grande de gas molecular en galaxias llevado a cabo hasta la fecha y proporciona una visión única de cómo podría haberse formado la Vía Láctea.
El estudio reveló que casi la totalidad de las fusiones muestran áreas de gas molecular en forma de rosco y, por tanto, son galaxias de disco en formación. Tal y como explica el autor principal, Junko Ueda, "por primera vez hay evidencia observacional sobre el hecho de que la fusión de galaxias pueda dar lugar a galaxias de disco. Este es un paso importante e inesperado hacia la comprensión del misterio del nacimiento de las galaxias de disco".
Sin embargo, el científico ha reconocido que "hay mucho por descubrir" aún. En este sentido, Ueda ha apuntado que "hay que empezar a centrarse en la formación de estrellas en estos discos de gas". Además, ha sugerido "mirar más lejos, hacia el universo más distante".
"Sabemos que la mayoría de las galaxias del universo distante también tienen discos. Sin embargo, todavía desconocemos si las fusiones de galaxias también son responsables de estas galaxias de disco o si se forman por gas frío que cae gradualmente en la galaxia. Tal vez hemos encontrado un mecanismo general que se aplica en toda la historia del Universo", ha concluido.