MADRID, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -
Durante los últimos 20 años, los exoplanetas conocidos como 'Júpiter calientes' tienen intrigados a los astrónomos. Estos planetas gigantes orbitan sus estrellas a distancias muy cortas --100 veces más cerca de lo que Júpiter lo hace del Sol--, lo que aumenta las temperaturas de su superficie.
Ahora, un equipo internacional de astrónomos ha anunciado el descubrimiento de uno de estos mundos que se sitúa en las inmediaciones de una estrella que tiene apenas dos millones de años. Es decir, el equivalente estelar a un bebé de una semana de edad. Se trata de la primera evidencia de que estos mundos pueden aparecer en una etapa tan temprana de su sol.
Según los expertos, este hallazgo representa un importante paso adelanto en la comprensión de cómo se forman los sistemas planetarios y de cómo evolucionan.
El trabajo, dirigido por investigadores del Instituto francés de Investigación en Astrofísica y Planetología, se ha basado en el seguimiento de una estrella de casi dos millones de años de edad llamada V830 Tau, situada en la guardería estelar Tauro, a unos 430 años luz de distancia.
El equipo observó la estrella durante un mes y medio detectó una fluctuación periódica, lo que reveló la presencia de un planeta casi tan masivo como Júpiter y que orbita su estrella madre a una distancia de sólo una vigésima parte la que existe entre la Tierra y el Sol. El descubrimiento, que ha sido publicado en 'Nature', muestra por primera vez que los Júpiter calientes pueden aparecer en un muy etapa temprana en la formación de los sistemas planetarios y, por lo tanto, que tienen un impacto importante en su arquitectura.
MIGRACIÓN TEMPRANA
En el Sistema Solar, los pequeños planetas rocosos, como la Tierra, se encuentran en las orbitas más cercanas al Sol, mientras que los gigantes gaseosos como Júpiter y Saturno, se encuentran mucho más lejos.
Los astrónomos están, por lo tanto, asombrados de que los primeros exoplanetas detectados resultaran ser gigantes que orbitan cerca de su estrella madre.
El trabajo teórico indica que estos planetas se pueden formar solamente en las regiones externas heladas del disco protoplanetario --el que rodea a la estrella tras formarse y del que nacen los planetas que formarán su sistema--. Algunos, sin embargo, migran hacia el interior, convirtiéndose así en Júpiter calientes.
Los modelos teóricos predicen que la migración se produce temprano en la vida de los planetas gigantes, mientras que están todavía incrustados dentro del disco protoplanetario, aunque también este desplazamiento puede ocurrir mucho más tarde, una vez que varios planetas están ya formados e interactúan, arrojando algunos de ellos a las inmediaciones de la estrella. Entre los Júpiter calientes conocidos, sus características sugieren que fueron lanzados hacia su estrella por objetos vecinos. Ahora, el descubrimiento de este nuevo mundo confirma que la migración temprana dentro del disco también se aplica a los planetas gigantes.
La detección de planetas en órbita alrededor de estrellas muy jóvenes ha demostrado ser un reto observacional, ya que éstas son monstruos en comparación con el Sol. Esto se debe a su actividad magnética intensa que interfiere con la luz emitida por la estrella en un grado mucho mayor que un potencial planeta gigantesco, incluso en una órbita cercana.
Uno de los logros del equipo era para separar la señal causada por la actividad de la estrella de la señal producida por el planeta. Para ello, utilizaron el telescopio Canadá-Francia-Hawaii (telescopio CFH) situado en la cima del volcán Maunakea, en combinación con el Bernard Lyot (TBL - OMP) en la cima del Pic du Midi en los Pirineos franceses. Según han indicado los científicos, este uso fue esencial para el monitoreo continuo requerido de V830 Tau.