MADRID, 23 Jun. (EUROPA PRESS) -
La investigadora del Centro de Astrobiología (CAB-CSIC-INTA) María Rosa Zapatero, ha señalado que las estrellas enanas marrones, en cuyo descubrimiento ha participado, tienen potencial para albergar planetas rocosos como la Tierra en sus zonas habitables.
La primera estrella de esta 'especie', que fue nombrada como Teide-1, fue descubierta en 1995. Este objeto se caracteriza por ser el "eslabón perdido" entre las estrellas y los planetas y se convirtió en una pieza muy importante del puzle de la evolución estelar y de la formación planetaria.
Actualmente, su estudio es uno de los más prometedores e interesantes en astrofísica, especialmente, porque estos objetos son candidatos a albergar planetas que podrían estar situados en "zona de habitabilidad", es decir, la región en la que, de encontrarse un planeta rocoso, éste podría tener agua en estado líquido sobre su superficie.
Así lo ha explicado Zapatero, una de las especialistas a nivel internacional sobre estas estrellas, en su intervención en la Semana Europea de Astronomía y Ciencia Espacial 2015 (EWASS), que se celebra en Tenerife.
En su ponencia, la científica ha explicado que las enanas marrones son cuerpos celestes con masas a caballo entre las estrellas y los planetas, es decir, entre las 13 y las 75 veces la masa de Júpiter (el mayor planeta del Sistema Solar). Sus interiores son fríos y nunca llegan a alcanzar la temperatura suficiente para iniciar la fusión nuclear del hidrógeno, que es la fuente de energía de las estrellas como el Sol.
En consecuencia, las enanas marrones, al igual que los planetas, son objetos que se enfrían con el tiempo. Y sus propiedades físicas y químicas se asemejan más a las de los planetas que a las de las estrellas.
A su juicio, la habitabilidad es un concepto que requiere todavía mucho estudio por parte de distintas disciplinas. Asegura que sí existen planetas gigantes detectados alrededor de enanas marrones y que se sabe también que estos objetos "son capaces de albergar discos protoplanetarios donde se forman planetas como la Tierra".
"Sin duda, las enanas marrones tienen todo el potencial para tener planetas rocosos, algunos de ellos podrían estar situados en la 'zona de habitabilidad', aunque ésta se halle en órbitas muy próximas a la enana marrón, con ciertas implicaciones", ha declarado.
DIFICULTADES PARA SU ESTUDIO
Zapatero se ha referido también a las dificultades que existen a la hora de estudiar estas estrellas. Según ha indicado, las enanas marrones y los planetas aislados son cuerpos intrínsecamente fríos y de muy poco brillo. Esto los hace tener una luz muy tenue por naturaleza y, para su caracterización, se requieren telescopios de gran diámetro y una instrumentación que opere a determinadas longitudes de onda en el infrarrojo.
La investigadora explica que, a día de hoy, se está llevando al límite de su capacidad a los mayores telescopios, pero se necesitan infraestructuras de mayor área colectora (con la ayuda de los telescopios espaciales) para todos los proyectos que están en mente.
Entre estos pasos futuros que se pueden dar en la investigación de las enanas marrones, Zapatero ha indicado que aún no se conoce bien los procesos de formación que dan paso a estas estrellas y a los planetas aislados.
"Es uno de los grandes enigmas en este campo de investigación. Podrían originarse por el colapso y fragmentación de nubes moleculares, en un proceso parecido por el que se forman las estrellas, o podrían nacer en discos alrededor de estrellas. Algunas de las enanas marrones y planetas nacidos en discos podrían ser expulsados por interacciones dinámicas dentro del propio sistema planetario. Incluso, podrían existir mecanismos en los que todavía no hemos pensado u observado", ha reconocido.
Para Zapatero, en un campo tan joven --en el que apenas se lleva 20 años de observaciones--, quedan muchas preguntas por investigar en prácticamente todos los aspectos (formación y evolución, estructura de las atmósferas, interior subestelar, multiplicidad de sistemas, presencia de planetas). Además, ha señalado que algunas cuestiones están limitadas por la tecnología actual y habrá que esperar a la siguiente generación de telescopios como el Telescopio Europeo Extra grande (E-ELT) y el telescopio espacio James Webb (JWST), que aún tardarán varios años en lanzarse.