MADRID, 28 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigación internacional ha demostrado que el suave brillo de rayos X que cubre el cielo viene de dentro y fuera del sistema solar. La fuente de este "fondo de rayos X difuso" se ha debatido durante los últimos 50 años, planteando la posibilidad de que tuviera su origen en el viento solar que choca con los gases interplanetarios dentro de nuestro sistema solar o que naciera más lejos, en la "burbuja caliente local" de gas que se cree que dejó una supernova en nuestro vecindario galáctico hace unos diez millones de años.
Los científicos de este trabajo, cuyos resultados se publican en 'Nature', encontraron evidencia de que ambos mecanismos contribuyen, pero que la mayor parte de los rayos X provienen de esa burbuja. El viento solar, una corriente de partículas cargadas emitidas de forma continua por el sol, parece ser el responsable de como máximo el 40 por ciento de la radiación.
"El objetivo primordial de la ciencia de nuestro trabajo es tratar de responder a preguntas como: ¿qué parece el medioambiente astrofísico local y cómo es el entorno en el que nació el sol?", subraya Susan Lepri, profesora asociada de Ciencias Atmosféricas, Oceánicas y Espaciales en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Michigan, en Ann Harbor, Michigan, Estados Unidos. "Es para tratar de entender nuestro lugar en el universo", añade Lepri, que estudia la física del sol, efectuó mediciones clave del viento solar y sus estados de carga.
"Éste es un descubrimiento importante --afirma Massimiliano Galeazzi, jefe asociado en el Departamento de Física de la Facultad de Artes y Ciencias en la Universidad de Miami e investigador principal del estudio--. Específicamente, la existencia o no de la burbuja local afecta a nuestra comprensión de la galaxia en la proximidad al sol y se puede utilizar como base para futuros modelos de la estructura de la galaxia".
Los resultados confirman la existencia de una burbuja caliente local, que se había debatido anteriormente. El equipo de este estudio lanzó un cohete de investigación de la atmósfera superior en el año 2012 para analizar el difuso fondo de rayos X y se centró en los rayos X de baja energía.
"En esa baja energía, la luz es absorbida por el gas neutro en nuestra galaxia, por lo que el hecho de que la observamos significa que la fuente debe de ser local, posiblemente dentro de unos pocos cientos de años luz de la Tierra", argumenta Galeazzi. "Hasta ahora no estaba claro si viene desde dentro del sistema solar (dentro de pocas unidades astronómicas de la Tierra) o de una burbuja muy caliente de gas en la vecindad solar (a cientos de años luz de la Tierra)", añade.
La siguiente fase de la misión tiene previsto su inicio en diciembre de 2015. El equipo de investigación también incluyó a científicos de la NASA, la Universidad de Wisconsin, la Universidad de Kansas y la Universidad Johns Hopkins, todas ellas en Estados Unidos, y el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES, por sus siglas en francés), en París.