MADRID, 27 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un alga marina microscópica prospera en el Atlántico Norte hasta desafiar las predicciones científicas, lo que sugiere rápidos cambios ambientales por el aumento de dióxido de carbono en el océano.
Sin embargo, queda por ver qué significan estos hallazgos, al igual que si el rápido crecimiento de la población del pequeño plancton es una noticia buena o mala para el planeta.
Publicado este jueves en la revista 'Science', un estudio la Universidad Johns Hopkins detalla un aumento de diez veces en la abundancia de cocolitofóridos unicelulares entre 1965 y 2010 y, particularmente, un fuerte repunte desde finales de 1990 en la población de dicho fitoplancton flotante blanquecino sin caparazón.
"Algo extraño está ocurriendo aquí y está sucediendo mucho más rápidamente de lo que pensamos que pasaría", afirma Anand Gnanadesikan, profesor asociado en el Departamento Morton K. Blaustein de Ciencias Terrestres y Planetarias en la Universidad Johns Hopkins y uno de los cinco autores del trabajo.
Gnanadesikan cree que este estudio es sin duda una buena noticia para las criaturas que se alimentan de cocolitofóridos, pero no está claro cuáles son. "Lo que es preocupante -dice-- es que nuestro resultado revela lo poco que sabemos acerca de la complejidad con la que funcionan los ecosistemas".
El resultado pone de relieve la posibilidad de un rápido cambio en los ecosistemas, lo que sugiere que los modelos predominantes de cómo estos sistemas responden al cambio climático puede ser demasiado conservadores, advierte este investigador.
El análisis del equipo de datos del Registro Continuo del Plancton (CPR, por sus siglas en inglés) del Océano Atlántico Norte y el Mar del Norte desde mediados de la década de 1960 sugiere que el aumento de dióxido de carbono en el océano está causando el pico de la población cocolitófora, subraya Sara Rivero-Calle, estudiante de doctorado de Johns Hopkins y autora principal del trabajo, añadiendo que numerosos estudios de laboratorio apoyan la hipótesis.
El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero ya reconocido por consenso científico como uno de los factores desencadenantes del calentamiento global. "Nuestros análisis estadísticos sobre los datos de campo desde CPR señalan al dióxido de carbono como el mejor predictor del aumento" en los cocolitofóridos, apunta Rivero-Calle. "Las consecuencias de la liberación de toneladas de CO2 a lo largo de los años ya están aquí y esto es sólo la punta del iceberg", advierte.
La investigación CPR es un estudio continuo del plancton, organismos flotantes que forman una parte vital de la cadena alimentaria marina. El proyecto fue lanzado por un biólogo marino británico en el Atlántico Norte y el Mar del Norte a principios de 1930. Se lleva a cabo por los buques comerciales que arrastran artilugios mecánicos de recogida de plancton a través del agua a medida que navegan por sus rutas regulares.
William M. Balch, del Laboratorio Bigelow de Ciencias del Océano en Maine, otro de los autores del estudio, explica que los científicos podrían haber esperado que la acidez del oceáno por el dióxido de carbono más elevado suprimiría estos organismos, pero no fue así. Por otro lado, su abundancia creciente es consistente con una historia como un marcador de los cambios ambientales.
"Los cocolitóforos han sido por lo general más abundantes en la Tierra durante los periodos interglacial cálido y altos en CO2", apunta Balch, una autoridad en las algas. "Los resultados que aquí se presentan son consistentes con esto y pueden presagiar donde nos dirigimos climatológicamente", apostilla este experto.
Los cocolitofóridos son algas unicelulares con placas de carbonato cálcico o tiza, que desempeñan un papel en el ciclismo del carbonato de calcio, un factor en los niveles de dióxido de carbono atmosférico. En el corto plazo, hacen que sea más difícil de eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera, pero en el largo plazo --decenas y cientos de miles de años-- ayudan a eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera y de los océanos y confinarlo en las profundidades del océano.
En un gran número y durante eones, los cocolitofóridos han dejado su huella en el planeta, lo que ayuda a mostrar los cambios ambientales significativos. Los acantilados blancos de Dover, en Inglaterra, son de color blanco debido a los depósitos masivos de cocolitofóridos, pero un examen más detallado muestra los depósitos blancos interrumpidos por esbeltas bandas oscuras de pedernal, un producto de organismos que tienen conchas vidriosas hechas de silicio, detalla Gnanadesikan.
"Estos representan claramente importantes cambios en el tipo de ecosistema", insiste Gnanadesikan. "Pero a menos que entendamos qué impulsa a la abundancia de cocolitóforo, no podemos entender qué está impulsando estos cambios. ¿Es el dióxido de carbono?", se pregunta.