MADRID, 4 Dic. (EUROPA PRESS) -
Las especies de plantas invasoras --impulsadas a afianzarse en todo el planeta por el cambio climático-- están resultando altamente adaptativas para prosperar en nuevos contienentes y tipos de clima.
Es el descubrimiento liderado por científicos de Virginia Tech, que desafía la suposición de que las especies ocupan el mismo ambiente en rangos nativos e invasivos. El estudio se publica en 'Nature Ecology and Evolution'.
"Esto es importante para cambiar la forma en que pensamos sobre las especies y dónde crecen", afirma Jacob Barney, profesor de Ciencias de la Vida. "Los hallazgos también cambian nuestra capacidad para predecir dónde crecerán y cómo pueden responder en un clima cambiante. Esto podría cambiar las reglas del juego acerca de la evaluación del riesgo y la conservación de las especies invasoras", añade en un comunicado.
El coautor Jacob Atwater, de la Universidad de Carolina State, usó datos recopilados por la estudiante Carissa Ervine, también autora del análisis, para probar una suposición largamente sostenida en ecología: que las limitaciones climáticas de las plantas no cambian, lo que significa que podemos predecir dónde crecerán. Pequeños estudios apoyaron esta suposición; pero los investigadores de Virginia Tech rechazaron esta idea estudiando más de 800 especies usando nuevos modelos desarrollados por Atwater y Barney.
"Algunas personas dirían que las especies invasoras tienen distribuciones diferentes en un clima nuevo. Pero descubrimos que están ocupando un rango más amplio en climas nuevos --detalla Atwater--. Las especies están cambiando en su ecología cuando se mueven de un continente a otro. Debemos esperar que las especies cambien, posiblemente permanentemente, cuando cruzan continentes".
UN DESAFÍO PARA LA INVESTIGACIÓN Y LA GESTIÓN
Los resultados tienen importantes consecuencias para la aplicación de modelos de nicho ambiental para evaluar el riesgo de las especies invasoras y para predecir las respuestas de las especies al cambio climático. Las especies capaces de cambiar su ecología y los climas que consideran su hogar pueden suponer un desafío para los investigadores que utilizan datos de rango nativo para pronosticar la distribución de especies invasoras.
Barney y Atwater examinaron 815 especies de plantas terrestres de todos los continentes, junto con millones de puntos de ocurrencia, o lugares donde se sabe que se encuentran las plantas, y compararon modelos en lo que consideran que es el estudio más grande de especies invasoras a la fecha. Encontraron evidencia de cambios climáticos de nicho en todas las 815 especies de plantas introducidas en los cinco continentes. Un nicho climático se refiere al conjunto de climas en los que una especie tiene una población estable o en crecimiento.
En general, sus hallazgos sugieren que los cambios de nicho reflejan las modificaciones en la disponibilidad climática a escala continental y fueron los más grandes en las especies cultivadas y de larga vida, según los autores. Si las especies se trasladan a un continente más cálido, por ejemplo, tienden a desplazarse hacia climas más cálidos. En resumen, las plantas cultivadas con una vida útil prolongada son particularmente hábiles para vivir en climas nuevos.
"No solo hay implicaciones para predecir dónde ocurrirán las especies invasoras, también hay repercusiones administrativas --apunta Barney--. Como ejemplo, para ciertas especies usamos el control biológico, introduciendo un organismo para controlar a otro, un enfoque que puede no ser efectivo o seguro si las especies objetivo experimentan cambios ecológicos. Cuando hacemos modelos climáticos, asumimos que el nicho climático puede ser el mismo, cuando puede no ser así. Por lo tanto, hay una amplia gama de implicaciones en una amplia gama de campos".
Barney planteó otra preocupación. "Al cultivar especies, llevándolas a fines agrícolas u ornamentales y seleccionar rasgos como la resistencia al frío, las empujamos a entornos que no habrían ocupado --detalla--. Esas presiones de selección en la cría, más los entornos en los que las colocamos, pueden exagerar este cambio".
Una vez que Atwater y Barney comprendan estos factores de forma más completa, esperan poder predecir cómo aumentará el alcance geográfico de una especie invasora a fin de identificar las áreas que probablemente serán invadidas. "La otra pieza que se añade a esto es la suposición de que el clima es estable, que no es el caso", afirma Atwater.
"También hemos confiado en la suposición de que una especie es una especie y sus tendencias ecológicas permanecen constantes; algo que tampoco es así. Las especies varían en espacio y tiempo. Se comportan de manera diferente en distintos continentes y en climas diferentes. En consecuencia, el concepto de un nicho climático de especies es menos estable y menos definido", agrega.
Con la producción de alimentos, la salud humana, la resiliencia de los ecosistemas y la biodiversidad en juego, las invasiones mundiales superan nuestra capacidad de respuesta, por lo que, según los autores de este trabajo, es fundamental entender mejor los cambios en los nichos climáticos de cara a futuros intentos de pronosticar la dinámica de las especies.