MADRID, 30 Jun. (EUROPA PRESS) - Aviones eléctricos, que vuelan con baterías cargadas por energía solar o eólica, sin ruido ni contaminación, serán una realidad en 10 años, con modelos con capacidad para 50 pasajeros. Es el pronóstico del aeronauta suizo Bertrand Piccard, director y piloto del Solar Impulse --el avión que está dando la vuelta al mundo con energía solar y sin usar una gota de combustible--. En una entrevista con Europa Press, Piccard confiesa sentir "adicción" por sentarse a los mandos de esta aeronave revolucionaria. Aunque sólo resta un 10 por ciento del vuelo para completar la vuelta al mundo, Piccard no quiere lanzar las campanas al vuelo. "Cada etapa consiste en utilizar un avión experimental, volando solamente impulsado por la energía solar. Es algo nuevo y es un reto. Así que tenemos que concentrarnos completamente en la misión de llegar hacia Abu Dhabi". Antes recalará en El Cairo. Sí recalcó que, hasta ahora, es un éxito fantástico. "Hace unos años, nadie hubiese apostado ni un céntimo en realizar un vuelo alrededor del mundo, utilizando un avión solar. Excepto algunos socios, que nos apoyaron desde el principio, como Schindler, ABB, Solvay, Covestro, Swiss Re Corporate Solutions, empresas como estas, que se encuentran fuera del mundo de la aviación, y que no sabían que era imposible, así que optaron por ayudar", comentó. Piccard destaca el valor de la misión como plataforma para hablar de las tecnologías limpias y energías renovables. "Sin lugar a dudas, al final tendré una plataforma muy creíble, que la gente apoye, y voy a seguir utilizándola, para reunir a todos los especialistas en la industria de tecnologías limpias, ONGs, fundaciones, con el fin de hablar con una sola voz dentro del mundo de la tecnología limpia. Todo esto lo usaremos para asesorar a los gobiernos, y ser más eficientes en la forma de aplicar estas tecnologías", dijo. En este sentido, citó que durante el vuelo de Hawai a San Francisco, sobre el Océano Pacífico, pudo hablar perfectamente en vivo desde la cabina del avión, por satélite, con la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se reunieron 175 jefes de estado para firmar el Acuerdo de Paris sobre cambio climático. "Yo les decía que no sólo estaban protegiendo al medio ambiente, sino que estaban iniciando la revolución del uso de la tecnología limpia. Y eso es importante, porque es lo que va a fomentar el crecimiento, generar riqueza, crear puestos de trabajo; porque todas estas nuevas tecnologías limpias son lo que el mundo necesita, para obtener un planeta más saludable". Sobre la utilidad real de la energía solar para la aviación comercial, Piccard dijo que esto es sólo el comienzo. "Apuesto que, de aquí a 10 años, incluso si los aviones aún no son completamente impulsados por la energía solar, al menos serán aviones eléctricos, transportando a un máximo de 50 personas, sin utilizar ni una gota de combustible, todo eléctrico, enchufado antes del despegue, cargado por energía solar y eólica, sin causar contaminación y sin hacer ruido". Además de la propulsión eléctrica, Piccard destacó mejoras de eficiencia logradas con Solar Impulse, como la colaboración con Schindler para obtener materiales más ligeros. En relación a las experiencias durante el vuelo, Piccard destacó la tranquilidad de la singladura del Pacífico, mientras que el vuelo por el Atlántico resultó lo más difícil en términos de viento y mal tiempo. "El meteorólogo me dijo al llegar a Sevilla: si nos fijamos en el mapa del Atlántico es casi imposible creer que lo hayas atravesado. Cerca de las islas Azores fue donde realmente tuve que luchar para mantener el avión estable, porque es un avión ligero, pero muy grande, y muy sensible a las turbulencias", explicó. Sobre la reacción a los momentos más comprometidos, Piccard explica que es fundamental mantener la calma y seguir todas las instrucciones. En cuanto a la vida solitaria de la cabina del avión --se turnaba por etapas con su colega André Borschberg--, Piccard explica que siempre estaba acompañado por el centro de control de la misión en Mónaco, y que disfruta mucho observando las imáganes de las cámaras a bordo en la cabina y las alas del avión. "Es una casa pequeña, muy pequeña, pero tiene de todo. Se puede reclinar el asiento, hasta que esté totalmente plano, donde se puede dormir en plazos de 20 minutos. También hay baño a bordo, se puede calentar la comida, me cepillo los dientes, me cambio de ropa, me lavo con toallitas húmedas, y tengo la vista más bella del mundo. Cuando uso el baño, no tengo que cerrar las cortinas, ¡porque no tengo vecinos!", explica Piccard. Antes de cada vuelo en Solar Impulse, Piccard piensa en los últimos 17 años que lleva soñando con esto. "No necesito convencerme, es casi como una adicción. Para mí volar con este avión es una adicción. Porque es magia. Tengo la impresión de haberme colado en una película de ciencia ficción. Me fijo en el sol, me fijo en las hélices en ambos lados, que no hay combustible, no hace ruido. Y continúas, y vuelas a través de océanos, vuelas por todo el mundo, y es de locos. Es una cosa del futuro, que ocurre hoy mismo, y cada vez que me monto en el avión, me tengo que recordar sí, estoy en el mundo actual. No es el futuro. La tecnología hacen posible lo imposible". En cuanto a los retos pendientes para la aviación, Piccard dice que el próximo paso será el transporte suborbital, donde el avión despega, por ejemplo desde Europa, y entra en los confines del espacio. Después se apaga el motor, vuela en parabólico, y 45 minutos más tarde, aterriza en Australia. "Esto va a ser un poco como lo que Virgin Galactic está tratando de hacer para los turistas, pero creo que será posible volar a una distancia más larga, ahorrará una gran cantidad de combustible, y dejará de contaminar", explica. Otro avance será, en su opinión, los aviones eléctricos de corto recorrido, que cargan baterías en el suelo y luego vuelan. Es una manera de traer aviones más cerca de las ciudades, realizar aterrizajes y despegues silenciosos, sin contaminación, y con muchas ventajas más. Una vez completada la vuelta al mundo, Piccard quiere seguir trabajando con la plataforma Solar Impulse a favor de tecnologías limpias. En concreto, pretende desarrollar un Solar Impulse 3, sin piloto, teledirigido, hecho para volar durante meses o años en la alta atmósfera, impulsado solamente por la energía solar, y que puede albergar antenas para GSM, WiFi, telecomunicaciones, y otras cosas por el estilo. "Puede ser muy muy útil, y baratísimo también, especialmente para las naciones en desarrollo, que requieren satélites", dijo.