KOROLEV, 23 Mar. (EUROPA PRESS) -
La estación espacial Mir se ha desintegrado en la atmósfera y sus
fragmentos cayeron en el océano Pacífico, en una franja de unos 3.000
kilómetros, ubicada entre Nueva Zelanda y Chile, sin que se haya
producido daño alguno en ninguna zona habitada, según informó el
Centro de Control de Vuelos Espaciales Ruso (TSOUP).
La destrucción de la mítica estación, que culminó casi media hora
antes de lo inicialmente previsto, se desarrolló según todas las
previsiones de los expertos espaciales rusos. El primer encendido de
los motores de la nave 'Progress', acoplada a la estación para
ayudarla en su fase de entrada en la atmósfera, se produjo a la 1:44
horas (hora española). Este primer impulso fue de 1.293 segundos y
colocó a la nave en una órbita de 188 kilómetros de perigeo. La
segunda corrección de la órbita se produjo a las 3:00 horas y la
estación se colocó 30 kilómetros más cerca de la Tierra. El último de
los impulsos se realizó a las 6:07 horas y duró 20 minutos, hasta
colocar a la estación en una órbita de reentrada en la Tierra.
El primer contacto con la atmósfera, a unos 100 kilómetros de la
superficie terrestre, tuvo lugar a las 6:44 horas. Siete minutos más
tarde la estación comenzó a desintegrarse y los primeros trozos
cayeron en el océano Pacífico en torno a las 6:59. Según los primeros
cálculos, la Mir se desintegró en más de un millar de fragmentos. Por
el momento, no hay noticias de que se haya producido ningún tipo de
daño en las islas próximas al área de caída de la estación, ni en
ninguno de los barcos de pesca que faenaban en esta zona y que se
negaron a abandonarla por precaución.
En un primer momento la estación espacial, que llevaba 15 años
orbitando alrededor del planeta, perdió sus partes fabricadas con
materiales menos resistentes, como las antenas y los paneles solares.
A continuación, cuando la Mir se encontraba a 80 kilómetros de la
atmósfera, a una temperatura de 1.500 grados, comenzó la
desintegración de los módulos de aluminio. Las piezas que más
tardaron en destruirse fueron el motor y otros componentes de acero y
titanio, metales más resistentes a la presión atmosférica y a las
altas temperaturas.
La destrucción final de la estación espacial pudo ser observada
desde las islas Fidji, al sur del Pacífico. Según relató Hugh
Williams, corresponsal de la cadena de televisión CNN, la caída de la
Mir iluminó el cielo. "El tamaño de este objeto es increíble. La luz
en el cielo fue fantástica", indicó el periodista, que describió "una
larga estela naranja atravesando el cielo durante un minuto y medio".
Por otro lado, el director de la Estación de Villafranca del Castillo
(Madrid), sede de la Agencia Europea del Espacio (ESA), Valeriano
Claros, declaró esta mañana que el éxito de la caída controlada de la
estación demuestra el prestigio de la Agencia Espacial Rusa, que a
partir de ahora deberá prepararse para trabajar en equipo y no
desarrollar más programas en solitario.