MADRID 24 Jun. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Fundació Observatori Esteve Duran-Institut de Ciències de l'Espai, de la Universidad del País Vasco, y de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, han logrado desvelar cómo se comportan las grandes tormentas de Saturno tras llevar a cabo un estudio sobre este planeta, que ha sido publicado en la revista 'Nature-Geoscience'.
Aproximadamente una vez cada año de Saturno, equivalente a unos 30 años de la Tierra, se genera una tormenta de enormes proporciones que afecta al aspecto de su atmósfera a escala global. Estas tormentas gigantes también se denominan Grandes Manchas Blancas, ya que históricamente y desde que se empezaron a observar (en 1876) se han presentado como regiones blancas muy brillantes y altamente diferenciadas del resto de la atmósfera del planeta en las observaciones con telescopios terrestres.
Desde el siglo XIX y hasta finales del siglo XX, sólo se han observado cinco grandes tormentas. La sexta tormenta estaba prevista para 2020 pero se anticipó 10 años, apareciendo en 2010. Así, a principios del mes de diciembre de hace tres años, Saturno comenzó a mostrar una nube blanca muy brillante a latitudes medias del hemisferio norte. Fue el primer signo de gestación de esta majestuosa tempestad que llegó a alcanzar una superficie de miles de millones de kilómetros cuadrados.
En esta ocasión, la nave espacial Cassini pudo obtener imágenes de muy alta resolución de la gran estructura meteorológica. La tormenta se originó en un foco pero rápidamente se alargó en longitud y produjo una alteración en la atmósfera, generando un anillo de nubes blancas que envolvió el planeta en menos de dos meses y que perturbó la visión aparentemente tranquila que se tiene de sus nubes.
La tormenta fue tan extraordinariamente activa que produjo un calentamiento de más de 60 grados de la alta estratosfera situada encima de la tormenta. Es más, la sonda Cassini, en órbita alrededor de Saturno, registró una actividad eléctrica sin precedentes durante los siete meses de vida de la tormenta.
Tanto el análisis de las imágenes de la tormenta enviadas por la Sonda Cassini, como los modelos por ordenador de la tormenta y el análisis de sus nubes, han permitido a este equipo de científicos explicar por primera vez el comportamiento de la tormenta.
El equipo de científicos que ha llevado a cabo este trabajo, ha analizado las imágenes tomadas por la sonda Cassini (NASA/ESA) para medir los vientos en la "cabeza" de la tormenta y el foco donde se originó la actividad. De este modo, descubrieron que en esa región la tormenta interaccionaba con la atmósfera circundante formando vientos sostenidos muy intensos, de hasta 500 kilómetros por hora.
"No esperábamos encontrar una circulación tan violenta en la región de desarrollo de la tormenta, que era síntoma de una interacción particular entre la tormenta y la atmósfera del planeta", ha comentado uno de los autores, Enrique García.
INFORMACIÓN PARA FUTUROS FENÓMENOS METEOROLÓGICOS
El estudio no sólo aporta el descubrimiento de fuertes vientos asociados a la tormenta, sino que también desvela el mecanismo que los genera, según han apuntado los expertos. El propio equipo de científicos diseñó modelos matemáticos capaces de reproducir la tormenta en un ordenador, que dan una explicación física del comportamiento de esta tormenta gigante en Saturno.
Los cálculos demostraron que el foco de la tormenta, situado en las capas inferiores de la atmósfera y totalmente oculta a las observaciones desde el espacio, debió de transportar ingentes cantidades de gas a las capas más altas de la atmósfera del planeta donde se encuentran las nubes visibles, y liberar enormes cantidades de energía que alteraron el aspecto del planeta durante meses.
Esta inyección masiva de energía interaccionó violentamente con los vientos dominantes de Saturno para producir los vientos observados de 500 kilómetros por hora.
Pese a los avances aportados por este estudio, todavía resulta un misterio la fuente de energía de estas tormentas gigantes, situadas, posiblemente, a unos 250 kilómetros por debajo del techo de nubes visibles desde el espacio, donde condensa el agua en Saturno.
A pesar de su enorme actividad, la tormenta no es capaz de modificar sustancialmente el régimen de vientos dominantes, que soplan permanentemente en la misma dirección que los paralelos terrestres, pero sí interaccionar violentamente con ellos.
Más allá de la curiosidad por conocer los procesos físicos que conllevan a la formación de estas gigantescas tormentas en Saturno, el estudio de estos fenómenos ha permitido conocer mejor los modelos meteorológicos y de comportamiento de la atmósfera terrestre en un medio ambiente muy diferente e imposible de simular en un laboratorio.
Las tormentas de Saturno son en cierto modo un banco de pruebas de los mecanismos físicos que generan otros fenómenos meteorológicos en la Tierra, han indicado los autores del estudio.