MADRID, 5 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigadores describe en la revista 'Plos One' varios juegos de mandíbulas y dientes fosilizados ( en la imagen) de dos especies de murciélagos desdenterrados en el Sahara. Los resultados epresentan la primera descripción formal de la familia en el registro fósil y muestran que la familia de 'Myzopoda' es de, por lo menos, 36 millones de años antes de lo previamente conocido.
"Hemos asumido durante mucho tiempo que eran un antiguo linaje en base a estudios de secuencias de ADN que les han colocado cerca de los grupos de edad muy avanzada en el árbol de la familia del murciélago", señala Nancy Simmons, coautora y comisaria a cargo del Departamento de Historia Natural del Museo Americano de Mastozoología. Pero hasta ahora, los científicos no tenían ninguna evidencia fósil para confirmarlo.
El descubrimiento también indica que, al igual que muchas especies que viven en la isla, estos murciélagos con ventosas no siempre se han confinado a su ubicación actual, sino que una vez surcaron el cielo africano.
Hoy en día, los murciélagos con ventosas se componen de dos especies, 'Myzopoda aurita' y 'M. Schliemanni', endémicas de Madagascar, y, a diferencia de casi todos los otros murciélagos, no se cuelgan boca abajo de los techos de las cuevas o las ramas. Estos murciélagos posan sus patas con la cabeza erguida, con frecuencia en las hojas plegadas de la palma del viajero, una planta de la familia de las aves del paraíso. Para adherirse a una superficie tan lisa, los murciélagos desarrollaron almohadillas con forma de taza en sus muñecas y tobillos.
"Los fósiles provienen de un lugar fascinante en el desierto egipcio", subraya Gregg Gunnell, director de la División de Primates Fósiles del Centró de Lémures de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos. Este experto explica que la depresión El Fayum, en el desierto occidental de Egipto, donde el equipo realizó su trabajo de campo, está llena de restos de la historia antigua y moderna: templos construidos para grandes faraones, ruinas romanas de la ciudad e, incluso, cascos de tanques de la Segunda Guerra Mundial.
La extrema aridez ayuda a preservar estas reliquias, así como los famosos yacimientos de fósiles donde se encontraron estos dientes de murciélago y mandíbulas. Las dos especies extintas, 'Phasmatonycteris phiomensis' y 'P. Butleri', son de hace 30 y 37 millones de años, respectivamente, cuando el ambiente era radicalmente diferente: África del Norte era más tropical, según Simmons, y el hogar de una gran diversidad de mamíferos, incluidos primates y los primeros miembros de la familia del elefante.
"El hábitat fue probablemente bastante boscosos y había probablemente un río proto-Nilo, un río grande que desembocaba en el antiguo mar de Tetis", describe Gunnell. Los dientes fosilizados implican que, al igual que sus parientes vivos, los antiguos murciélagos se alimentaban de insectos.
Es imposible saber a partir de los fósiles si las especies extinguidas ya habían evolucionado sus características de ventosas en las patas, pero los dientes a arrojan luz sobre otro aspecto de la evolución de los murciélagos. La presencia de murciélagos con ventosas en África por lo menos hace 37 millones años apoya la teoría de que esta familia es uno de los miembros más primitivos de un linaje que ahora domina Sudamérica.
Desde los murciélagos de las frutas y el néctar a los carnívoros la mayoría de los murciélagos de América del Sur pertenecen a una gran superfamilia, conocida como 'Noctilionoidea'. "Creemos que la superfamilia se originó en África y se trasladó hacia el este conforme Gondwana se derrumbaba --apunta Gunnell--. Estos murciélagos migraron a Australia, luego fueron a través de la Antártida y hasta América del Sur a través de un corredor libre de hielo que conectaba los tres continentes hasta hace unos 26 millones de años".
Según esta hipótesis , los murciélagos fósiles de ventosas en las patas aparecieron justo donde los científicos esperaban encontrarlos: en la base literal y figurativa del árbol genealógico de 'Noctilionoidea'. "Ahora, podemos vincularlos inequívocamente a África", concluye Simmons.