Foto: NASA
MADRID, 17 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un trabajo elaborado por científicos de la NASA ha determinado que el polvo espacial contiene dos componentes esenciales para la vida en la Tierra tal y como se conoce. Concretamente, los investigadores han descubierto componentes de ADN y de aminoácidos en una pizca de una roca espacial que cayó hace años en Australia. Para los expertos, este estudio da más credibilidad a la idea de que la vida llegó desde fuera de la Tierra.
Estudios anteriores realizados a este meteorito descubrieron materia orgánica, pero las muestras examinadas entonces eran mucho más grandes, ahora se ha realizado el análisis a trozos realmente pequeños. "A pesar de su pequeño tamaño, estas partículas de polvo interplanetario pueden haber proporcionado mayores cantidades y un suministro estable de materia orgánica extraterrestre a la Tierra primigenia", ha apuntado uno de los autores, Michael Callahan.
El tipo de meteorito estudiado es extraño en el cosmos. Se trata de una condrita carbonácea que suponen apenas el 5 por ciento de los meteoritos encontrados en la Tierra, según ha explicado la NASA. Además, las moléculas descubiertas en esta roca espacial están, por lo general, en concentraciones minúsculas.
En este estudio, publicado en 'Journal of Chromatography A', encontraron 'bloques de construcción de la vida' en una muestra que pesaba casi lo mismo que un par de pelos de ceja. La muestra de 360 microgramos es alrededor de 1.000 veces más pequeña que una muestra típica analizada por los investigadores, hasta ahora.
Esta micro-muestra requiere una técnica más sensible de lo habitual para extraer la información necesaria. Los científicos utilizaron un instrumento de cromatografía líquida de nanoflujo que organiza las moléculas, que luego fueron ionizados con un nanoelectrospray para su análisis en un espectrómetro de masas.
"Esta tecnología también será muy útil para buscar los aminoácidos y otras firmas biológicas químicas posibles en muestras que se puedan traer de Marte", ha apuntado otro de los autores, Daniel Glavin, quien ha apuntado que también se podría realizar con restos de lunas como Encelado o Europa.