MADRID 3 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los humanos primitivos se alimentaban casi exclusivamente de hojas y frutos de los árboles, arbustos y hierbas, de forma similar a los gorilas y los chimpancés de hoy en día. Sin embargo, hace unos 3,5 millones de años, las especies humanas primitivas como Australopithecus afarensis y Kenyanthropus platyops comenzaron a comer también pastos, juncos y plantas y, tal vez, algún animal que se alimentaba de esos vegetales.
La evidencia de esta expansión dietética significativa está escrita en la composición química de los dientes de nuestros antepasados y los resultados de su análisis se presentan en una serie de cuatro artículos publicados esta semana en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' por un grupo de científicos internacionales, repartidos en tres continentes.
"Estos documentos presentan los estudios más exhaustivos de isótopos basados en dietas humanas tempranas hasta la fecha", dijo el doctor Zeresenay Alemseged, conservador senior y presidente de Antropología de la Academia de Ciencias de California y coautor de dos de los textos.
"Debido a que la alimentación es el factor más importante que determina la fisiología del organismo, su comportamiento y su interacción con el medio ambiente, estos hallazgos nos darán nueva información sobre los mecanismos evolutivos que dieron forma a nuestra evolución", adelanta este experto.
Las plantas pueden ser divididas en tres categorías basadas en su método de fotosíntesis: C3 (árboles, arbustos y hierbas), C4 y CAM (pastos, juncos y plantas suculentas). Cuando se consumen las plantas, los isótopos se incorporan a los tejidos, incluyendo el esmalte de los dientes en desarrollo, por lo que, incluso después de millones de años, los científicos pueden medir las cantidades relativas de carbono-13 en el esmalte de los dientes y deducir la cantidad de plantas C3 frente a C4/CAM en la dieta de un animal.
"Lo que tenemos es la información química de lo que comían nuestros antepasados, que en términos simples es como un pedazo de alimento atorado entre los dientes y preservado durante millones de años", explicó Alemseged, que junto al equipo estudió 175 ejemplares que representan a 11 especies, que van desde hace 4,4 hasta 1,3 millones de años de edad.
Los resultados muestran que hace más de 3,5 millones de años, los primeros seres humanos comieron casi exclusivamente plantas C3, pero que a partir de esa fecha, los primeros seres humanos adquieren el gusto por las plantas C4/CAM, a pesar de que su entorno parecía ser muy similar a sus antepasados. Este último género Homo, incluido el Homo sapiens moderno, continúa la tendencia de comer una mezcla de C3 y C4/CAM plantas, por lo que, según los autores, las personas que comen puré de papas con maíz están practicando una costumbre de hace 3,5 millones de años.
Lo que los estudios no pueden revelar es la identidad exacta de la comida ni si ésta también incluía animales que comían plantas C4/CAM (una forma igualmente válida de adquirir carbono-13). Posiblemente, las comidas con plantas de las categorías C4/CAM incluían semillas de la hierba y las raíces, los tallos subterráneos, termitas o incluso la caza menor y los cadáveres depurados.
En 2010, Alemseged y su equipo publicó las primeras evidencias de consumo de carne con herramientas, que data de hace unos 3,4 millones de años, lo que supone una línea adicional de evidencia que muestra un cambio en la dieta en la evolución humana. "El cambio en la señal isotópica documentado por los nuevos estudios, junto con las pruebas de consumo de carne de los Australopithecus afarensis de Dikika (Etiopía) hace 3,5 millones de años, sugiere una expansión en la adaptación de la dieta de las especies", señala Alemseged.
Los autores de los trabajos de esta semana también tomaron muestras fósiles de jirafas, caballos y monos de los mismos ambientes y no vieron ningún cambio significativo en los valores de isótopos de carbono con el tiempo, lo que sugiere que la única transformación de la dieta de los primeros humanos no se aplica a otros mamíferos en la sabana africana. Sin embargo, la cuestión de qué impulsó la transformación sigue sin resolverse.