MADRID 4 Sep. (EUROPA PRESS) -
Las temperaturas mínimas, registradas durante la noche, han crecido 1,4 veces más en el último siglo que las temperaturas máximas experimentadas durante el día, lo que ha provocado la alteración de los flujos de carbono y del crecimiento vegetal en el hemisferio norte, según revela una investigación internacional en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que se publica este miércoles en la revista Nature.
Esta conclusión se desprende del análisis de datos recopilados a lo largo de 28 años sobre la cantidad, la calidad y el desarrollo de la vegetación, así como de mapas de intercambio de CO2 y de medidas de este gas en las atmósferas de Alaska y Hawai (ambos en Estados Unidos), según informa el CSIC.
Así, en las regiones boreales, frías de alta montaña y húmedas templadas, el aumento generalizado de las temperaturas diurnas (máximas) estimula la fijación de CO2 durante las horas de sol, mientras que el mayor aumento de las temperaturas de noche (mínimas) induce aún más la respiración, por lo que limita la captura de CO2.
Por el contrario, en las regiones templadas y áridas se ha comprobado el efecto contrario, lo que añade asimetría a este flujo carbono, que está directamente relacionado con el crecimiento vegetal.
En este sentido, el único científico español en la investigación, Josep Peñuelas, ha remarcado que aunque los efectos sobre el aumento de las temperaturas máximas en ambos ecosistemas ya eran conocidos, "este estudio pone de relieve que el aumento de las temperaturas nocturnas también se debe tener en cuenta".