ADN antiguo de África ofrece pistas de una misteriosa cultura

Restos de la Cueva de las Palomas sometidos a análisis de ADN nuclear
ABDELJALIL BOUZOUGGAR
Actualizado: viernes, 16 marzo 2018 11:33

   MADRID, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -

   ADN nuclear secuenciado de individuos que poblaban Marruecos hace 15.000 años, durante la Edad de Piedra Tardía, muestra una herencia genética mixta de Oriente Medio y el África subsahariana.

   El trabajo, publicado en Science, se centró en el cementerio más antiguo del mundo, la Cueva de las Palomas, en Marruecos, y revela pistas sobre una misteriosa antigua cultura africana.

   La investigación fue dirigido por Johannes Krause y Choongwon Jeong, del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Jena, Alemania), y Abdeljalil Bouzouggar, del Instituto Nacional de Ciencias de Arqueología y Patrimonio (Rabat, Marruecos).

   El norte de África es un área importante en la historia de la evolución de nuestra especie. La geografía del norte de África también lo convierte en un área interesante para estudiar cómo los humanos se expandieron fuera de África. Es parte del continente africano, pero el desierto del Sahara presenta una barrera sustancial para viajar hacia y desde las regiones del sur. Del mismo modo, es parte de la región mediterránea, pero en el pasado el mar podría haber presentado una barrera para la interacción con otros también. "Entender mejor la historia del norte de África es fundamental para comprender la historia de nuestra especie", explica el coautor Saaïd Amzazi, de la Universidad Mohammed V en Rabat, Marruecos.

   Para abordar esto, el equipo observó un sitio de entierro en Grotte des Pigeons (Cyeva de las Palomas), cerca de Taforalt, en Marruecos, asociado con la cultura 'iberomaurisiense' posterior de la Edad de Piedra. Se cree que los iberomauritanos son los primeros en el área en producir herramientas de piedra más finas conocidas como microlitos. "Grotte des Pigeons es un sitio crucial para comprender la historia humana del noroeste de África, ya que los humanos modernos frecuentemente habitaban esta cueva durante periodos prolongados durante la Edad de Piedra Media y posterior", explica la coautora Louise Humphrey, del Museo de Historia Natural en Londres, Reino Unido.

   "Hay evidencia de hace alrededor de 15.000 años de un uso más intensivo del sitio y de que los iberomauritanos comenzaron a enterrar a sus muertos en la parte posterior de la cueva", describe Humphrey. Los investigadores analizaron el ADN de nueve individuos de Taforalt usando una secuencia avanzada y métodos analíticos, de forma que pudieron recuperar datos mitocondriales de siete de los individuos y datos nucleares de todo el genoma de cinco de los individuos.

   Debido a la edad de las muestras, de aproximadamente 15.000 años de antigüedad y la pobre preservación característica del área, éste es un logro sin precedentes. "Este es el primer y más antiguo ADN pleistoceno de nuestra especie recuperado en África", subraya el coautor principal, Abdeljalil Bouzouggar.

ADN NUCLEAR DE 15.000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD, EL MÁS ANTIGUO RECUPERADO EN ÁFRICA

   "Debido a las condiciones desafiantes para la preservación del ADN, se han recuperado relativamente pocos genomas antiguos de África y ninguno de ellos es anterior a la introducción de la agricultura en el norte de África --explica el primer autor Marieke van de Loosdrecht, del Instituto Max Planck para la Ciencia de Historia humana--. La reconstrucción exitosa del genoma fue posible mediante el uso de métodos de laboratorio especializados para recuperar ADN altamente degradado y métodos de análisis relativamente nuevos para caracterizar los perfiles genéticos de estos individuos".

   Los científicos encontraron dos componentes principales del patrimonio genético de los individuos. Alrededor de dos tercios de su patrimonio se relaciona con poblaciones contemporáneas del Levante y aproximadamente un tercio es más similar a los africanos subsaharianos modernos, en particular a los africanos occidentales.

   La alta proporción de ascendencia de Oriente Próximo muestra que la conexión entre el norte de África y el Cercano Oriente comenzó mucho antes de lo que se pensaba. Aunque se han demostrado conexiones entre estas regiones en estudios previos de periodos de tiempo más recientes, generalmente no se creía que los humanos estuvieran interactuando a través de estas distancias durante la Edad de Piedra. "Nuestro análisis muestra que el norte de África y el Oriento Próximo, incluso en esta época temprana, formaban parte de una región sin una gran barrera genética", explica el coautor principal Choongwon Jeong.

   Aunque el Sahara sí presentó una barrera física, también hubo una clara interacción en ese momento. La fuerte conexión entre los individuos de Taforalt y las poblaciones subsaharianas muestra que las interacciones a través de este vasto desierto ocurrieron mucho antes de lo que se pensaba. De hecho, la proporción de ascendencia subsahariana de los individuos Taforalt, un tercio, es un porcentaje más alto que el encontrado en las poblaciones modernas en Marruecos y muchas otras poblaciones del norte de África.

   A pesar de que los científicos encontraron marcadores claros que vinculan el patrimonio en cuestión con el África subsahariana, ninguna población previamente identificada tiene la combinación precisa de marcadores genéticos que presentaban los individuos de Taforalt. Aunque algunos aspectos coinciden con los modernos cazadores-recolectores hadza de África oriental y otros coinciden con los africanos occidentales modernos, ninguno de estos grupos tiene la misma combinación de características que los individuos Taforalt.

   En consecuencia, los investigadores no pueden estar seguros exactamente de dónde proviene este patrimonio. Una posibilidad es que este patrimonio pueda proceder de una población que ya no existe. Sin embargo, esta pregunta necesitaría más investigación.

   "Claramente, las poblaciones humanas interactuaban mucho más con grupos de otras áreas más distantes de lo que se suponía anteriormente ---afirma el coautor Johannes Krause, director del Departamento de Arqueogenética del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana--. Esto ilustra la capacidad de la genética antigua para aumentar nuestra comprensión de la historia humana". Más estudios en esta región podrían ayudar a aclarar más sobre cuándo y cómo interactúan estas diferentes poblaciones y de dónde provienen.