MADRID, 29 Sep. (EUROPA PRESS) -
El hallazgo de un diente incrustado en un hueso, perteneciente a tipo de reptil de hace 210 millones de años ha replanteado las relaciones entre especies durante el Triásico tardío.
En esa época, el supercontinente Pangea comenzaba a romperse y dos reptiles completamente diferentes, llamados phytosauros y rauisuchidos, se encontraban en la parte superior de la cadena alimentaria. En general, se cree que estos dos principales depredadores no interactuaban entre sí, ya que el primero era el 'rey' del agua y el segundo 'gobernaba' la tierra.
Sin embargo, estas ideas están cambiando, gracias al nuevo hallazgo que evidencia que estas dos criaturas interactuaban y que ambas se movían para obtener presas terrestres y acuáticas, indistintamente.
Concretamente, los científicos han encontrado un diente de un phytosaur alojada en el hueso del muslo de un rauisuchid. Según han explicado los expertos, el diente se rompió en el ataque y, después, el muslo sanó sobre el trozo que había quedado allí incrustado. Es decir, el rauisuchid sobrevivió al ataque.
"Encontrar dientes incrustados directamente en el hueso fósil es muy, muy raro", ha explicado los autores del trabajo, que ha sido publicado en la revista alemana 'Naturwissenschaften'. "Esta es la primera vez que se obtiene una prueba irrefutable para la interpretación de este conjunto de marcas de mordeduras", han indicado.
Los investigadores llegaron al hueso por casualidad en el Museo de Paleontología de la Universidad Berkeley. Había sido estudiado en ocasiones anteriores, pero nadie había reconocido la importancia de este espécimen antes.
Para estudiar perfectamente el diente, los investigadores lo recrearon mediante tomografías computarizadas y una impresora 3-D. Así, determinaron que las marcas de mordeduras múltiples indican que la criatura fue cazada, al menos, dos veces en el transcurso de su vida, por phytosaurs.
"Como consecuencia de esta investigación, los científicos tendrán que regresar al pasado y estudiar de nuevo algunos de los supuestos que se creían hasta ahora sobre los ecosistemas del Triásico Tardío", apunta el trabajo. Según el texto, la distinción entre especies acuáticas y terrestres fueron simplificar un ambiente en el que ambas esferas sí que estaban conectadas íntimamente.