MADRID, 22 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio que examina el cromosoma X, heredado específicamente por el sexo, de restos humanos prehistóricos, revela una migración de hombres de la estepa a Europa hace 5.000 años.
La investigación muestra que prácticamente ninguna mujer participó en la extensa migración a Europa desde la estepa póntico-caspia. La gran migración que trajo las prácticas agrícolas a Europa 4.000 años antes, por otra parte, consistió en mujeres y hombres. La diferencia en el sesgo sexual sugiere que diferentes procesos sociales y culturales impulsaron aquellas dos migraciones.
Los datos genéticos sugieren que la ascendencia europea moderna representa un mosaico de contribuciones ancestrales de múltiples oleadas de acontecimientos de migración prehistóricos. Estudios recientes sobre la variación genómica en restos humanos prehistóricos han demostrado que dos eventos de migración masiva son particularmente importantes para entender la prehistoria europea: la propagación neolítica de la agricultura desde Anatolia que empezó hace unos 9.000 años y la migración de la estepa póntica-caspia hace 5.000 años.
Estas migraciones coinciden con grandes cambios sociales, culturales y lingüísticos, y se ha inferido que cada una reemplazado a más de la mitad de la reserva genética contemporánea de los residentes de Europa central.
Los acontecimientos dramáticos en la prehistoria humana se pueden investigar usando patrones de variación genética entre la gente que vivió en esos tiempos. En particular, los estudios de diferentes historias demográficas de mujeres y hombres sobre la base de genomas antiguos pueden proporcionar información sobre las complejidades de las estructuras sociales y las interacciones culturales en poblaciones prehistóricas.
Investigadores de las universidades de Uppsala y Stanford investigaron la ascendencia genética en el cromosoma X heredado específicamente por el sexo y los autosomas en 20 restos humanos del Neolítico y 16 del Neolítico/Edad de Bronce. Contrariamente a las hipótesis anteriores que sugieren que la patrilocalidad (sistema social en el que una familia reside cerca de los padres del hombre) de muchas poblaciones agrícolas, no encontraron evidencia de mezclas sexuales que crearán tendencia durante la migración que extendió la agricultura en Europa durante el neolítico temprano.
Sin embargo, para las migraciones posteriores desde la estepa póntica durante la Edad del Bronce temprana, encontramos un sesgo masculino dramático. Hay muy pocos cromosomas X de los migrantes, lo que indica que hay una decena de hombres migratorios por cada mujer migratoria, dice en un comunicado Mattias Jakobsson, profesor de Genética del Departamento de Biología Organística de la Universidad de Uppsala.
El grupo de investigación encontró evidencia de migración en curso, principalmente masculina, de la estepa a Europa central durante un período de múltiples generaciones, con un nivel de sesgo sexual que excluye la migración de pulso durante una sola generación.
Los patrones contrastantes de la migración específica del sexo durante estas dos migraciones sugieren una visión de las diferentes historias culturales en las que la transición neolítica fue impulsada por la migración masiva de hombres y mujeres en un número casi igual - quizás familias enteras -, mientras la migración posterior de la Edad del Bronce y el cambio cultural fueron impulsados por la migración masculina.