MADRID, 29 Ene. (EUROPA PRESS) -
Científicos han descubierto la primera evidencia directa de que los humanos jugaron un papel sustancial, en la extinción de la megafauna que habitaba Australia hace 50.000 años.
Un ave no voladora, conocida como Genyornis newtoni, de más de 2 metros de de alto, vivió en gran parte de Australia antes del establecimiento de los seres humanos en el continente hace 50.000 años, explica el profesor Gifford Miller, de la Universidad de Colorado Boulder.
La evidencia consiste en restos de quemaduras en fragmentos de cáscaras de huevo de Genyornis, lo que indica que los humanos estaban recolectando y cocinando sus huevos, lo que redujo el éxito reproductivo de las aves.
"Consideramos que esta es la primera y única evidencia segura de que los seres humanos se aprovecharon directamente de la megafauna australiana ahora extinta", dijo Miller. "Hemos documentado estas cáscaras de huevo característicamente quemadas en más de 200 sitios en todo el continente".
Un documento sobre el tema aparece en línea el 29 de enero, en Nature Communications.
En el análisis de cáscaras de huevo de Genyornis no quemadas procedentes de más de 2.000 localidades en toda Australia, principalmente de dunas de arena, donde anidaban estos pájaros, varios métodos de datación ayudaron a los investigadores a determinar que ninguno tenía menos de 45.000 años de antigüedad. Fragmentos de cáscara de huevo quemados de más de 200 de esos sitios, algunos sólo parcialmente ennegrecidos, sugieren que las piezas fueron expuestas a una amplia gama de temperaturas, dijo Miller.
Analizados ópticamente con datación por luminiscencia, un método usado para determinar cuándo los granos de cuarzo que encierran las cáscaras de huevo quedaron expuestos a la luz solar, se limita el rango de tiempo en que las cáscaras de huevo fueron quemadas a entre hace 54.000 y 44.000 años. La datación por radiocarbono indica que la cáscara quemada más joven tenía unos 47.000 años de antigüedad.
Los fragmentos ennegrecidos probablemente fueron quemados en fuegos presumiblemente producidos por humanos para cocinar los huevos y no por incendios forestales, dijo.
Los aminoácidos --bloques de construcción de proteínas-- se decomponen de una manera predecible dentro de cáscaras de huevo en el tiempo. En fragmentos de cáscara de huevo quemados en un extremo, pero no el otro, hay un testigo "degradado" que abarca desde la descomposición total de aminoácidos a la mínima descomposición de aminoácidos, dijo. Un gradiente sólo podría ser producido por una fuente de calor localizada, probablemente una brasa, y no por el calor sostenido producido regularmente por los incendios forestales en el continente, tanto en el pasado lejano como hoy.
Miller también dijo que los investigadores encontraron que muchos de los fragmentos de cáscara de huevo de Genyornis quemados, aparecían en racimos de menos de 3 metros de diámetro, sin otros fragmentos de cáscara de huevo cercanos. Algunos fragmentos individuales de los mismos grupos tenían diferencias de gradiente térmico de casi 1.000 grados Fahrenheit, condiciones casi imposibles de reproducir con los incendios forestales naturales.