MADRID, 6 Abr. (EUROPA PRESS) -
La aracnofobia es un producto de la evolución humana, según se desprende de un nuevo estudio elaborado por científicos de la Universidad de Columbia.
Según este documento, las arañas supusieron un gran peligro para los seres humanos en las etapas evolutivas tempranas , de manera que el miedo a la especie pasó a formar parte del ADN humano.
En África, a principios de la evolución humana, sobrevivieron aquellos que tenían una gran habilidad para detectar animales, sobre todo aquellos que podían descubrir a los más cautelosos. El autor principal, Joshua New, ha explicado que durante numerosas especies de arañas, con venenos potentes, existían en África mucho antes que los homínidos y durante decenas de millones de años han coexistido".
"Los seres humanos estaban en riesgo perenne, imprevisible y significativo ante el encuentro con arañas muy venenosas en sus ambientes ancestrales. Incluso cuando no era mortal, la picadura de, por ejemplo, una viuda negra en el mundo ancestral podría dejar incapacitado durante días o incluso semanas a un hombre, tiempo en el que se exponía a numerosos peligros", ha señalado el experto.
El nuevo estudio probó la rapidez con que la gente podía detectar una araña cuando se presenta, frente a otras imágenes conocidas, como moscas o gusanos, para estudiar la capacidad de reacción de las personas. De los 252 examinados, la mayoría reconoce a las arañas mucho más rápido que al resto.
Sin embargo, otras teorías que se han propuesto para explicar el miedo humano a las arañas. El profesor de psicología de la Universidad de Plymouth, Jon May, sugirió que son las piernas angulosas, colores oscuros y los movimientos impredecibles que hacen su visión desagradable para los humanos.
"Nos gustan las mariposas y mariquitas de colores brillantes, pero las arañas son de color oscuro, con las piernas largas angulares y ambas características tienen fuertes asociaciones negativas", ha declarado a 'The Telegraph'.
En contraste con la investigación de la Universidad de Columbia, May también ha sugerido que este temor se desarrolla a través del condicionamiento social. A su juicio, los niños son mucho más propensos a convertirse aracnofóbicos si ven a sus padres o hermanos reaccionar a las criaturas de una manera determinada.