MADRID, 10 Ene. (EUROPA PRESS) -
Dos migraciones principales poblaron Escandinavia después del último máximo glacial: una inicial desde las actuales Dinamarca y Alemania, y otra del noreste, siguiendo la costa atlántica sin hielo.
Después del último máximo glacial hace más de 10.000 años, Escandinavia fue una de las últimas partes de Europa que quedó libre de hielo y, por lo tanto, fue habitable para los humanos.
En el nuevo trabajo, publicado en 'PLoS Biology', un equipo de científicos interdisciplinarios reunió datos arqueológicos y genéticos en combinación con los últimos resultados del modelado climático para estudiar a los primeros colonos postglaciales de Escandinavia.
El equipo recogió restos humanos de siete individuos de la costa atlántica noruega y las islas bálticas de Gotland y Stora Karlsö. Los restos fueron datados por radiocarbono a más de 8.000 años antes del presente y pertenecían a una parte de la Edad de Piedra llamada Mesolítico. Se extrajo el ADN de los huesos y los dientes para la secuenciación del genoma. Para una persona, el equipo fue capaz de reconstruir uno de los genomas de mayor calidad de cualquier individuo prehistórico hasta ahora.
El equipo comparó los datos genómicos con la variación genética de los cazadores-recolectores mesolíticos de otras partes de Europa. "Nos sorprendió ver que los cazadores-recolectores mesolíticos de la costa oeste noruega eran genéticamente más similares a las poblaciones contemporáneas del este del Mar Báltico mientras que los cazadores-recolectores de lo que hoy es Suecia eran genéticamente más similares a otros cazadores-recolectores del centro y Europa occidental", dice uno de los principales autores del estudio, el genetista de poblaciones Torsten Günther, de la Universidad de Uppsala, en Suecia.
Esta contradicción entre la genética y la geografía puede explicarse por dos migraciones principales a Escandinavia después del último máximo glacial: una migración inicial de grupos desde el sur --las actuales Dinamarca y Alemania-- y una migración adicional desde el noreste, siguiendo la costa atlántica libre de nieve.
La obtención de datos genómicos de los individuos noruegos fue la clave para comprender las rutas de migración.
Los patrones genéticos se superponen a los patrones de distribución de diferentes técnicas de herramientas de piedra, y los artefactos arqueológicos e isótopos de la dieta muestran que los cazadores-recolectores escandinavos utilizaron distintas tecnologías de herramientas de piedra y se basaron en diferentes fuentes de alimentos.
"Los sitios arqueológicos han estado sujetos a diferentes tipos de investigación durante más de un siglo. Es emocionante ver lo que los datos genéticos pueden agregar a nuestra comprensión de estos grupos de cazadores-recolectores", dice el osteoarqueólogo Jan Stor, de la Universidad de Estocolmo, Suecia, uno de los autores principales del estudio.
DOS GRUPOS GENÉTICA Y FÍSICAMENTE DIFERENTES
Los datos completos permitieron al equipo un estudio más profundo de la dinámica de la población escandinava durante el Mesolítico. Una consecuencia de la mezcla de los dos grupos fue un número sorprendentemente grande de variantes genéticas en los cazadores-recolectores escandinavos.
"Estos grupos eran genéticamente más diversos que los grupos que vivían en el centro, oeste y sur de Europa al mismo tiempo. Eso contrasta con el patrón observado hoy en día en el que se encuentran más variaciones genéticas en el sur de Europa y menos en el norte", apunta otro de los investigadores de este trabajo, Mattias Jakobsson, genetista de la población de la Universidad de Uppsala.
Los dos grupos que migraron a Escandinavia en el Mesolítico fueron genéticamente distintos y exhibieron una apariencia física diferente. La gente del sur probablemente tenía ojos azules y piel oscura y la gente del noreste una variación de colores de ojos y piel pálida.
Al igual que los europeos del norte de hoy, los cazadores-recolectores del Mesolítico enfrentaban un clima de alta latitud asociado con bajos niveles de luz solar en invierno, lo que provocaba bajas temperaturas, constituyendo un entorno desafiante en el que vivir. Los humanos pueden hacer frente a estas condiciones fisiológicamente y mediante técnicas de comportamiento, pero a largo plazo también existe el potencial de adaptación genética a dichos entornos.
El equipo descubrió que las variantes genéticas asociadas con la pigmentación clara de la piel y los ojos se transmitían, en promedio, con mayor frecuencia entre los cazadores-recolectores escandinavos que sus antepasados de otras partes de Europa. "Eso sugiere que la adaptación local que tiene lugar en Escandinavia después de la llegada de estos grupos está en línea con el patrón mundial de pigmentación que disminuye con la distancia al ecuador", explica Torsten Günther.
Al comparar los grupos mesolíticos con los europeos del norte de hoy en día, el equipo encontró similitudes particulares en un gen asociado con el rendimiento físico. "Será interesante ver si los estudios futuros pueden mostrar cómo este gen afecta a la adaptación fisiológica a ambientes fríos", plantea Torsten Günther.
"Lo que hemos descubierto es que hace 10.000 años, después de que Escandinavia quedara libre de hielo, diferentes grupos de inmigrantes entraron en la Península Escandinava --concluye Jakobsson--. Un proceso de migración a Escandinavia que hemos visto una y otra vez; en la Edad de Piedra, en la Edad del Bronce y en tiempos históricos".