MADRID, 9 Oct. (EUROPA PRESS) -
El primer genoma humano antiguo de África que se ha secuenciado revela que una ola de migración masiva de vuelta a África desde Eurasia occidental hace alrededor de 3.000 años.
El genoma fue tomado del cráneo de un hombre enterrado boca abajo hace 4.500 años en una cueva llamada Mota, en las tierras altas de Etiopía, una cueva lo suficientemente fría y seca para preservar su ADN durante miles de años. Anteriormente, los análisis de genoma antiguo se han limitado a muestras de las regiones septentrionales y árticas.
Ahora, se ha recuperado y secuenciado un antiguo genoma humano de África, la fuente de toda la diversidad genética humana, y los resultados de este análisis se publican en la revista 'Science'.
El antiguo genoma antedata un evento migratorio misterioso que se produjo hace unos 3.000 años, conocido como el 'flujo de retorno de Eurasia', cuando poblaciones de las regiones de Eurasia occidental, como Oriente Próximo y Anatolia, inundaron de nuevo el Cuerno de África.
El genoma permitió a los investigadores realizar una comparación genética de milenios y determinar que estos euroasiáticos occidentales estaban estrechamente relacionados con los agricultores neolíticos tempranos que habían llevado la agricultura a Europa 4.000 años antes.
Al comparar el antiguo genoma con el ADN de los africanos modernos, el equipo consiguió demostrar que no sólo las poblaciones del este de África hoy en día tienen hasta un 25 por ciento de ascendencia euroasiática por este evento, sino que las poblaciones africanas en todos los rincones del continente --desde el lejano oeste hasta el sur-- tienen por lo menos un 5 por ciento de su genoma trazable con la migración de Eurasia.
Los investigadores describen los hallazgos como evidencia de que el evento de "reflujo" fue de mucho mayor en tamaño e influencia de lo que se pensaba. La ola masiva de migración fue tal vez equivalente a más de un cuarto de la entonces población del Cuerno de África, alcanzando la zona y dispersándose luego genéticamente a través de todo el continente.
"En términos generales, la ola de migración de Eurasia occidental de nuevo al Cuerno de África podría haber sido tan grande como el 30 por ciento de la población que ya vivía allí, y eso, para mí, es alucinante. La pregunta es: ¿qué les hizo moverse de repente", plantea el doctor Andrea Manica, autor principal del estudio realizado por el Departamento de Zoología de la Universidad Cambridge, en Reino Unido.
El trabajo previo sobre la genética antigua de África intentó volver atrás a través de los genomas de las poblaciones actuales, tratando de eliminar las influencias modernas. "Con un genoma antiguo, tenemos una ventana directa al pasado lejano. Un genoma de un individuo puede proporcionar una imagen de toda una población", afirma Manica.
La causa de la migración de Eurasia occidental de nuevo en África es actualmente un misterio, sin motivos climáticos evidentes. Sin embargo, la evidencia arqueológica muestra que la migración coincidió con la llegada de los cultivos de Oriente Próximo al este de África, como el trigo y la cebada, lo que sugiere que los inmigrantes ayudaron a desarrollar nuevas formas de agricultura en la región.
Los científicos dicen que está claro que los migrantes de Eurasia eran descendientes directos o una población muy cerca de los agricultores neolíticos que habían llevado la agricultura desde Oriente Próximo a Eurasia Occidental hace alrededor de 7.000 años y luego emigraron al Cuerno de África unos 4.000 años después.
"Es bastante notable que, genéticamente hablando, es la misma población que dejó Oriente Próximo varios milenios antes", subraya Eppie Jones, genetista del Trinity College de Dublín que dirigió el trabajo de laboratorio para secuenciar el genoma.
Aunque la composición genética de Oriente Próximo ha cambiado totalmente en los últimos mil años, los equivalentes modernos más cercanos a estos inmigrantes neolíticos son los sardos, probablemente debido a que Cerdeña es una isla aislada, sugiere Jones. "Los granjeros encontraron en su camino Cerdeña y crearon una especie de cápsula del tiempo. La ascendencia sarda está más cerca del antiguo Oriente Próximo", relata.
"Genomas de esta migración se filtraron por todo el continente, más allá del Este de África, desde los yoruba en la costa occidental a los mbuti en el corazón del Congo, que muestran hasta un 7 y 6 por ciento de sus genomas, respectivamente, de Eurasia Occidental", destaca Marcos Gallego Llorente, primer autor del estudio, también del Departamento de Zoología de Cambridge.
El antiguo genoma de Mota permite a los expertos saltar en el tiempo antes de que se produjera otra gran migración africana: la expansión bantú, cuando los hablantes de una lengua bantú temprana salieron fuera de África Occidental a las zonas central y sur hace alrededor de 3.000 años. Manica dice que la expansión bantú pudo haber ayudado a llevar los genomas de Eurasia al último rincón del continente.
Los científicos también identificaron adaptaciones genéticas para vivir a grandes alturas y una carencia de genes de tolerancia a la lactosa, todos ellos rasgos genéticos compartidos por las poblaciones actuales de las tierras altas de Etiopía. De hecho, los investigadores hallaron que los habitantes modernos de las tierras altas de la zona son descendientes directos del hombre de Mota.
Encontrar ADN antiguo de alta calidad supone tener mucha suerte, según el doctor Ron Pinhasi, coautor de la University College de Dublín, que dice: "Es difícil obtener restos que se han conservado adecuadamente. Cuanto más denso es el hueso, más probabilidades hay de encontrar ADN que ha quedado protegido de la degradación, por lo que los dientes se utilizan a menudo, pero encontramos un hueso mejor, el peñasco". Se trata de una parte gruesa del hueso temporal en la base del cráneo, justo detrás de la oreja.
"La secuenciación de genomas antiguos todavía es muy nueva y está cambiando la forma en la que reconstruimos los orígenes humanos --añade Manica--. Estas nuevas técnicas seguirán evolucionando, lo que nos permitirá obtener una comprensión cada vez más clara de quiénes eran nuestros primeros ancestros". El estudio fue realizado por un equipo internacional de investigadores, con el permiso del Ministerio de Cultura de Etiopía y la Autoridad de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.