MADRID, 9 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un proyecto de diez años para descifrar las inscripciones en el antiguo "mecanismo de Anticitera" griego ha revelado que, entre sus utilidades, sirvió para hacer predicciones astrológicas.
Las inscripciones también respaldan la idea de que el dispositivo, a menudo calificado como el primer ordenador de la historia, debido a su capacidad para modelar ciclos astronómicos complejos, es originario de la isla de Rodas.
Hasta ahora, los investigadores se habían centrado en la decodificación del conjunto sofisticado de ruedas dentadas dentro de este artefacto de 2.000 años de antigüedad.
El nuevo estudio se ha centrado en las letras dispersas en todas las superficies disponibles del artefacto. "Es como descubrir un manuscrito completamente nuevo", dice Mike Edmunds, profesor emérito de astrofísica en la Universidad de Cardiff, Reino Unido, que editó una edición especial de Almagest en la que se publican los resultados.
El mecanismo fue encontrado en 1901 en un antiguo pecio por pescadores de esponjas. El barco se hundió cerca de la isla de Anticitera en el siglo I antes de Cristo, cargado con un tesoro. Entre las estatutas y joyas recuperadas, destacó una colección de piezas de bronce con huellas de ruedas dentadas, diales y punteros que sorprendió a los estudiosos.
Los fragmentos estaban oxidados que la reconstrucción del misterioso dispositivo ha tomado un siglo, un proceso impulsado recientemente por el Antikythera Mechanism Research Project (AMRP). Los estudiosos están de acuerdo en que era una calculadora mecánica, que se utilizó para replicar en miniatura los movimientos celestiales.
Originalmente tomó la forma de ruedas dentadas en una caja de madera, similar a un reloj de repisa de chimenea. En lugar de horas y minutos, los punteros en el disco delantero seguían los movimientos del Sol, la Luna y los planetas a través del cielo. Dos diales en espiral en la parte de atrás funcionaban como un calendario y para la predicción de eclipses.
Los espacios alrededor de los diales estaban llenos de texto grabado. Los investigadores del AMRP han completado ahora sus esfuerzos para leer alrededor de 3.400 caracteres en las superficies supervivientes, informa Smithsonianmag.com.
El autor principal Alexander Jones, del Instituto para el Estudio del Mundo Antiguo en Nueva York, estima que el mecanismo original contó probablemente con hasta 20.000 caracteres.
Las letras son muy pequeñas, algunas de menos de un milímetro de altura y frecuencia oculta bajo la superficie de los fragmentos oxidados. Jones y sus colegas utilizaron la tomografía computarizada para revelar nuevas secciones de texto y actualizar las lecturas anteriores.
Texto por encima y por debajo de los diales describen las salidas y puestas de constelaciones estelares en varias fechas durante todo el año. Jones y sus colegas muestran ahora que este calendario estelar, o "parapegma," fue más extenso de lo pensado, enumerando al menos 42 eventos, incluyendo solsticios y equinoccios solares.
Los investigadores utilizaron los nuevos datos para estimar con precisión más probable la ubicación del astrónomo que compiló el parapegma. Coinciden con una latitud de alrededor de 35 grados. Esto descarta Egipto o el norte de Grecia, y que el objetivo perfecto era la isla griega de Rodas. También consideran que al menos dis personas diferentes realizaron los grabados, lo que sugiere que el dispositivo se realizó en el contexto de un taller o negocio familiar, en lugar de por un mecánico solitario.
Los científicos también obtuvieron nuevos datos recogidos a partir del texto en la parte posterior del mecanismo, que describe los próximos eclipses. Se sorprendieron al encontrar referencias al color y el tamaño de cada eclipse, así como los vientos que se esperan durante cada evento.
No hay ninguna base en la astronomía para tales predicciones, dice Jones. Las características de un eclipse no tienen significado astronómico, ni existe una forma de predecir con precisión el color de un eclipse. Opinan estas cartacerísticas tenían un propósito de anticiparse al futuro, así como "una astrología a gran escala". No en vano, los griegos heredaron esta creencia de los babilonios, cuyos sacerdotes eran astrónomos obsesionados con ver los cielos en busca de malos augurios.