MADRID, 28 Mar. (EUROPA PRESS) -
Una investigación proporciona la primera evidencia de que, hace 15.000 años, los seres humanos se asentaron tiempo suficiente para impactar en especies animales y hacer florecer al ratón doméstico.
Mucho antes de la llegada de la agricultura, los cazadores-recolectores empezaron a echar raíces en Oriente Próximo, construyendo casas más permanentes y alterando el equilibrio ecológico de maneras que permitieron que surgiera el ratón común o ratón doméstico ('Mus musculus'), según revela el estudio, que se detalla en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
Según la coautora Fiona Marshall, profesora de Antropología en la Universidad de Washington en St. Louis, "está claro que la ocupación permanente de estos asentamientos tuvo consecuencias de largo alcance para las ecologías locales, la domesticación animal y las sociedades humanas".
Marshall, conocida experto en domesticación animal, considera la investigación interesante porque muestra que los cazadores-recolectores establecidos en lugar de los agricultores fueron las primeras personas en transformar las relaciones ambientales con los pequeños mamíferos. Proporcionando acceso fijo al hogar humano y a la comida, los cazadores-recolectores llevaron a los ratones domésticos por el camino hacia el comensalismo, una fase temprana de la domesticación en la cual una especie aprende cómo beneficiarse de la interacción humana.
Los hallazgos tienen amplias implicaciones para los procesos que llevaron a la domesticación animal. "Proporcionan evidencia clara de que las formas en que los seres humanos han moldeado el mundo natural están ligadas a diferentes niveles de movilidad humana --apunta Marshall, profesora de Artes y Ciencias--. Sugieren que las raíces de la domesticación animal se remontan al sedentismo humano miles de años antes de lo que desde hace tiempo se considera el amanecer de la agricultura".
Dirigido por Thomas Cucchi, del Centro Nacional de Investigación Científica de París, Francia, y Lior Weissbrod, de la Universidad de Haifa, en Israel, el estudio se propuso explicar las grandes oscilaciones en la proporción de ratones comunes frente a las poblaciones de ratones salvajes encontradas durante excavaciones de diferentes periodos prehistóricos en un sitio antiguo de cazadores-recolectores natufienses en el valle del Jordán de Israel.
Examinando pequeñas variaciones relacionadas con las especies en las formas de los molares de dientes de ratones fosilizados que datan de hasta 200.000 años, el equipo construyó una línea de tiempo mostrando cómo las poblaciones de distintos ratones fluctuaron en el sitio de la cultura Natufian durante periodos de movilidad humana variable.
LA MOVILIDAD HUMANA, CLAVE EN LAS RELACIONES DE DOS ESPECIES DE RATONES
El análisis reveló que la movilidad humana influyó en las relaciones competitivas entre dos especies de ratones --el ratón doméstico ('Mus musculus domesticus') y un ratón de campo de cola corta ('M. Macedonicus')-- que siguen viviendo en y alrededor de los asentamientos modernos en Israel. Estas relaciones son análogas a las de otro par de especies llamadas ratones espinosos que Weissbrod y Marshall descubrieron entre los pastores masai nómadas en el sur de Kenia.
Los hallazgos indican que los ratones domésticos comenzaron a incrustarse en las casas del Valle del Jordán de cazadores-recolectores Natufian hace unos 15.000 años, y que sus poblaciones aumentaron y bajaron en base a la frecuencia con que estas comunidades recogieron y se trasladaron a nuevos lugares.
Cuando los seres humanos permanecieron en los mismos lugares durante largos periodos de tiempo, los ratones domésticos compitieron a sus primos del país hasta el punto de llevar a la mayoría de ellos fuera del asentamiento. En periodos en los que la sequía, la escasez de alimentos u otras condiciones obligaron a los cazadores-recolectores a reubicarse con mayor frecuencia, las poblaciones de ratones domésticos y ratones de campo alcanzaron un equilibrio similar al encontrado entre los pastores masai modernos con patrones de movilidad similares.
El estudio confirma que los ratones domésticos eran ya un accesorio en los domicilios de las aldeas del cazador-recolector del este del Mediterráneo más de 3.000 años antes de la evidencia conocida más temprana para la agricultura sedentaria. Sugiere que los primeros asentamientos de cazadores-recolectores transformaron las interacciones ecológicas y las redes alimenticias, permitiendo a los roedores domésticos que se beneficiaban de los asentamientos humanos a competir con los ratones salvajes y establecerse como la población dominante.
"La competencia entre ratones domésticos comensales y otros ratones silvestres continuó fluctuando a medida que los seres humanos se volvieron más móviles en épocas áridas y más sedentarios en otros momentos, lo que indica la sensibilidad de los entornos locales a los grados de movilidad humana y la complejidad de las relaciones ambientales humanas que se remontan al Pleistoceno", destaca Weissbrod, actualmente investigador del Instituto Zinman de Arqueología de la Universidad de Haifa.