Foto: ALTA FILMS
MADRID, 20 Ene. (EUROPA PRESS - Israel Arias)
Un extraño crimen en el seno de la División Azul es el punto de partida de Silencio en la nieve. Un interesante thriller dirigido por Gerardo Herrero y protagonizado por Juan Diego Botto y Carmelo Gómez que exhibe unas calidades técnicas poco usuales en una producción patria.
El cine español está plagado de cintas sobre la Guerra Civil y la postguerra que miran, al conflicto y a sus consecuencias, desde múltiples putos de vista. Es de aplaudir que Gerardo Herrero se lance a contar una historia metido las mismas entrañas de la División Azul, uno de los episodios de esta época casi inéditos.
Pocas películas se recuerdan sobre las andanzas de los voluntarios -unos más y otros menos- que fueron enviados por Franco para apoyar el al ejercito alemán de Hitler en el frente ruso. La patrulla (Pedro Lazaga, 1954), La espera (Vicente Lluch, 1956) y Embajadores en el infierno (José María Forqué, 1956), son tres titulos que el estreno de Silencio en la nieve rescatan ahora del baúl de los recuerdos.
"MIRA QUE TE MIRA DIOS..."
Juan Diego Botto es Arturo Andrade, un soldado raso, y antiguo inspector de policía, al que encargan la investigación de un dantesco asesinato: el cuerpo de un soltado aparece congelado entre los cadáveres de unos caballos atrapados en el lago helado. La víctima lleva una enigmática inscripción grabada en el pecho con un cuchillo: "Mira que te mira Dios".
En este empeño le acompaña el Sargento Estrada (Carmelo Gómez), designado por los mandos no tanto para ayudar al exinspector, sino para informar y controlar sus pasos. Sus pesquisas pronto les revelarán que no se trata de una muerte aislada, sino que se enfrentan a un asesino movido por oscuros y crípticos impulsos. Saben que volverá a matar pero ahora deben descubrir a quién.
La investigación de un crimen en el frente ruso, con la consecuente paradoja que supone para los protagonistas perseguir un asesinato en un escenario en el que mueren cientos de hombres cada día, es también parte importante y uno de los atractivos principales de la historia filmada en Lituania y en los estudios de la Ciudad de Luz de Alicante.
LAGUNAS HELADAS ENTRE LA NIEVE
La predisposición por tanto es buena ante un producto que parte de una premisas interesante y que además puede presumir de un acabado notable. Algo falla entonces para que del visionado de Silencio en la nieve salgamos algo fríos. No tanto como esos caballos congelados que abren la película, pero sí con un puntito de decepción.
Puede que algunas de esas gélidas lagunas las encontremos en el guión, basado en la novela de Ignacio del Valle El tiempo de los emperadores extraños, que por momentos se enmaraña con los bretes personales del protagonista -su aventura con una lugareña es totalmente prescindible-, para descuidar la trama principal. Y lo que es peor, le roba tiempo a la más interesante aún tela de araña que se adivina es capaz de atrapar a algunos altos mandos.
O puede que también en ciertas interpretaciones, demasiado trabajadas algunas y excesivamente rígidas otras. La pareja protagonista, Botto y Gómez, cumple correctamente, sin ofrecer tampoco grandes alardes. Sus líneas tampoco daban para mucho más. En este punto, sería injusto obviar los dos trabajos que despuntan en el conjunto: los de Sergi Calleja y Victor Clavijo.
Pero aún así, con sus luces y sus sombras, Silencio en la nieve sigue dejando el saldo positivo que arroja un thriller muy bien hecho y que no cae en el maniqueísmo fácil, tan reincidente al tratar personajes enmarcados en este contexto histórico. No era su cometido. Estamos investigando asesinatos, no juzgando una dictadura.