MADRID, 8 May. (EUROPA PRESS) -
El Museo del Prado y la Orden de las Escuelas Pías de la provincia de Betania han formalizado este martes un convenio en virtud del cual el Museo del Prado recibirá en préstamo temporal durante un año, prorrogable por otro, 'La última comunión de San José de Calasanz de Goya', según ha informado el museo en un comunicado.
La incorporación temporal de esta pintura a las colecciones coincidirá con la celebración de los 200 años desde que éste abriera sus puertas en 1819, el mismo año en que fue pintada la obra.
Su exhibición en el contexto de la mayor y más completa colección del artista "permitirá profundizar en la esencia de su pintura, y de su arte en general, que revela un profundo y excepcional conocimiento del ser humano y de sus tensiones, desgarros y padecimientos", según destaca el museo.
El Prado destaca que Goya pone todo ello de manifiesto en este "gran lienzo de altar", con el estudio de cada uno de los caracteres de la escena, que parecen prefigurar un tema clásico del mundo occidental, como es el de estudio de las tres edades del hombre, o el de la mansedumbre contra la violencia, o el de la luz y la sombra como metáfora de los actos y pensamientos de los protagonistas.
PINTURA RELIGIOSA DE GOYA
'La Última comunión de san José de Calasanz', realizada en 1819 para las Escuelas Pías de Madrid, dos años después del también cuadro de altar de las Santas Justa y Rufina, para la catedral de Sevilla, cierra la pintura religiosa de Goya, además de ser su última obra pública.
La compleja escena permitió al artista expresar la religiosidad del santo, su fe, su vida humilde y penitencial y su labor de magisterio. Lo acompañan varios sacerdotes de la orden y algunos niños de los más pequeños que, arrodillados a su alrededor, están subyugados por la entrega y abandono total de su maestro, tocado por la luz divina.
El cuadro estaba dirigido a los profesores y alumnos del colegio de Madrid y a los fieles que asistieran a las funciones religiosas en la popular iglesia de San Antón.
De todos los cuadros religiosos de Goya es "el más evocador de un mundo elevado de espiritualidad suprema y santidad" y llama la atención la disposición "espacial y luminosa" que revela la lección aprendida de Las Meninas de Velázquez con la que Goya buscó crear la ilusión óptica de que el espacio real de la iglesia se prolongaba en el espacio imaginado del lienzo.
En los últimos años el Museo del Prado ha adquirido diversos cuadros de devoción privada de Goya, como la temprana Santa Bárbara, dos composiciones de la Sagrada Familia, el compañero de una de ellas, Tobías y el ángel, y un San Juan Bautista niño en el desierto, con el fin de enriquecer la representación de la pintura religiosa del artista.