MADRID 3 Abr. (EUROPA PRESS) -
La Colección PHotoBolsillo de La Fábrica dedica su nuevo volumen a las principales facetas creativas de Rafael Sanz Lobato, el documentalismo antropológico, el retrato y el bodegón, a través de la recopilación de 63 imágenes en blanco y negro realizadas entre 1966 y 2007.
Además, en el prólogo, el fotógrafo Paco Gómez acerca al lector la figura de Sanz Lobato (Premio Nacional de Fotografía 2011) a través de una aproximación biográfica a un artista "durante mucho tiempo incomprensiblemente olvidado", según señala.
Sanz Lobato (Sevilla, 1932) pertenece a la generación de fotógrafos de posguerra que, a partir de los años 50, ofreció una excepcional producción documental.
Se inició como fotógrafo amateur a los 22 años, cuando consiguió su primera cámara y aprendió de manera autodidacta los secretos del revelado y positivado. En esa época buscó la compañía de otros fotógrafos para compartir con ellos su pasión, primero como miembro de la Real Sociedad Fotográfica (RSF), y después a través de la Colmena (de la que es cofundador), y del Grupo 5.
Su producción, siempre en blanco y negro, aglutina tres facetas creativas ilustradas en esta publicación: documentalismo social, retrato y bodegón. Su obra documental se desarrolló entre 1952 y 1972. Este PHotobolsillo recoge series fotográficas de gran valor documental y antropológico de esta época como A Rapa das Bestas (Pontevedra, 1970-1975), Bercianos de Aliste (Zamora, 1971), la Caballada de Atienza (Guadalajara, 1970) o Auto Sacramental de Camuñas(Toledo, 1969-1970).
A los 45 años se convirtió en fotógrafo profesional, dedicándose en exclusiva durante varios años a la publicidad y a la fotografía por encargo, y al cabo de un tiempo, consciente de que había abandonado la parte creativa personal, decidió recuperarla con el apoyo de su amigo Jessi Fernández.
De esta forma, comenzó a desarrollar una segunda faceta creativa, centrada en el retrato, que protagonizaron, entre otros, amigos con los que compartió grupos de fotografía y representantes de las nuevas generaciones, como Alberto García-Alix o Chema Conesa.
Por último, en su madurez desarrolló una faceta creativa que se cristalizó en sus personales bodegones, sobre los que aplicó una técnica compleja de larga exposición y corto revelado.