MADRID 17 DE JULIO (EDIZIONES)
Puede que los argentinos tiendan a hacer más grandes a sus leyendas del deporte de lo que son en realidad. O puede que no. Lo cierto es que Juan Manuel Fangio es una leyenda de la historia de la Fórmula 1. Con todas las letras. No hay debate. En los últimos días está dando mucho de qué hablar. Hay una persona, Óscar César Espinoza que asegura que es hijo del piloto. La justicia argentina tenía prevista la exhumación de su cuerpo para realizar unas pruebas de paternidad. Dicha exhumación iba a retrasarse debido que una segunda persona, Rubén Vázquez, también asegura ser hijo de Fangio, aunque la justicia argentina seguirá adelante con el proceso. Fangio nunca se casó y siempre aseguró no haber tenido descendencia, de ahí la polémica.
Más allá de todo este lío judicial, Juan Manuel Fangio lo ha sido todo en el mundo del automovilismo. No en vano fue pentacampeón de F1, hazaña que sólo ha sido superada por el gran Michael Schumcher, que acabó su carrera con 7 títulos mundiales en sus vitrinas.
Juan Manuel Fangio pronto se dio cuenta de su vocación y de su pasión por la velocidad. A los 9 años tuvo que empezar a trabajar y contribuir así con algo más de dinero para sacar adelante a su familia. Comenzó en una herrería arreglando carruajes y pronto aprendería mecánica automovilística. Fue entonces cuando aprendió a conducir y donde sintió el picotazo de la velocidad. Comenzó a participar en distintas carreras en el año 1929, siempre de copiloto y en carreras locales, y en 1938 comenzó a disputar carreras de turismos en carretera. Fue ahí donde se dio cuenta que el automovilismo deportivo podría ser un buen filón para él y para su taller. Poco a poco fue obteniendo buenos resultados, proclamándose campeón de varias pruebas y haciéndose con una gran reputación como piloto.
En 1950 comenzó el primer campeonato mundial de fórmula 1. Juan Manuel Fangio compitió en él, ganando su primera carrera en el mítico circuito de Mónaco. En su primera participación quedó en segundo lugar, por detrás del italiano Giuseppe Farina. En 1951 se convirtió en campeón mundial de fórmula 1 subido en un Alfa Romeo. En 1954 reeditaría el título. Y lo mismo hizo en el año 55, 56 y 57, convirtiéndose así en pentacampeón del mundo y entrando de lleno y con justicia en la historia del automovilismo mundial. En 1958 se retiró de la práctica automovilística profesional debido al secuestro que sufrió en la isla de Cuba.
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Desde que se hizo con el quinto título mundial, nadie pudo superar esa marca hasta el año 2003. Han pasado enormes pilotos de fórmula 1, pero sólo uno pudo arrebatarle ese record. Fue Michael Schumacher. Hemos visto nombres tales como Emerson Fitipaldi, Jack Stewart, Villeneuve, Ayrton Senna o Damon Hill, pero ninguno de ellos supera al gran Fangio. Sigue ostentando el recor de mejor promedio de victorias. Y puede ser que este récord aún tarde en batirse.
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