MADRID 9 May. (EUROPA PRESS) -
El Atlético de Madrid se coronó por segunda vez en las tres últimas temporadas como campeón de la Europa League, al batir en la final de Bucarest al Athletic Club por 3-0, una corona por la que muchos no apostaban cuando acabó el año 2011.
El 21 de diciembre, el conjunto rojiblanco era apeado de la Copa del Rey en los dieciseisavos de final por el Albacete de Segunda B, siendo la sentencia definitiva para un Gregorio Manzano, que ya tenía prácticamente los dos pies fuera del club 'colchonero'.
Dos días después, la entidad del Manzanares confirmaba la llegada del 'Cholo', carismático exjugador clave en el histórico doblete, como el nuevo técnico, encargado de reconducir un proyecto que sólo tenía algo de futuro en la Europa League. Pese a las incorporaciones de Falcao, Adrián, Arda Turan o Diego, el conjunto madrileño no funcionaba y en la Liga BBVA estaba a diez puntos de la cuarta plaza, la última de acceso a la 'Champions'.
Pero el argentino le 'lavó' la cara al Atlético. Primero, le imprimió su carácter a los jugadores, logrando el compromiso para la causa que no había logrado su antecesor. A partir de ahí, apuntaló la faceta defensiva, piedra desde que comenzó la remontada hacia los puestos altos de la tabla.
El equipo estuvo seis partidos consecutivos ligueros sin encajar gol, y el 'olfato' de Falcao empezó a hacer el resto. En la Europa League, el 'Cholo' trasladó el mismo espíritu y el campeón de 2010 comenzó a encadenar triunfos, hasta un total de once, doce con el de hoy, para plantarse en una nueva final donde batió al Athletic.
Simeone transformó a los suyos, que cambiaron su imagen del primer tercio de temporada. El Calderón se convirtió en un fortín casi inexpugnable y fuera de casa empezaron a llegar las victorias necesarias. Sin embargo, también hubo despistes como en el Ciudad de Levante, y la dificultad en las rotaciones hizo que el equipo pareciese en algunos momentos con poca energía.
De todos modos, al igual que el irreductible carácter de su técnico, el Atlético sobrevivió enganchado a los goles de Falcao, a la resurrección de un Adrián, que por momentos parecía tener tanto protagonismo, a la seguridad de Courtois o al talento de Arda Turan, seguramente un futbolista recuperado por el argentino. Además, encontró en Juanfran un lateral hasta ahora desconocido, e hizo crecer a Mario Suárez como pareja de mediocentro junto a Tiago.
Pero por encima de todo, Simeone consiguió el compromiso de toda la plantilla y la perfecta comunión con la grada, que encontró en uno de sus héroes del doblete una nueva forma de volver a soñar. Con la Europa League en el bolsillo, el domingo en El Madrigal se jugará poder estar en la 'Champions' o asaltar una vez más la segunda competición continental.