DESCONECTA, 31 Mar.
La entrañable película de Pixar tiene mucho de la historia que hay detrás y de la que se inspiraron para crear la película.
Edith Macefield, era la anciana que vivía en esta casa, que a muchos os parecerá reconocer. Desde allí, vio cómo pasaba el tiempo por su ciudad, Seatle, y cómo las pequeñas tiendas de barrio se convertían en grandes almacenes y las casas como la suya en edificios altos.
Un día, Edith con 84 años, recibió una oferta de 1 millón de dólares para vender su casa a una constructora interesada en hacer un centro comercial que estaba proyectado hacerse en su terreno. Pero la anciana, a esa edad ya no quería cambiarse de vivienda ni por un millón de dólares así que la constructora tuvo que modificar su proyecto para no tocar la parcela de la señora, bordeando la casa.
Lo más curioso de la historia es que tras la muerte de Macefield, pocos años después de este episodio, se supo que había dejado la casa en herencia a Barry Martin, que no era otro que el supervisor de la obra de construcción del centro comercial, con quien había hecho buenas migas.
Su amistad fue en ascenso y el buen hombre acabó haciendo la compra para Edith y hasta preparándole la cena. Barry estuvo en todo momento con ella sus últimos días, hasta le llegó a acompañar al hospital cuando le detectaron un cáncer de páncreas que terminaría por apagar su vida.