DESCONECTA, 15 Ene.
La historia de Martin Pistorius, ahora un hombre de 39 años, es tan increíble como conmovedora y comenzó cuando Pistorius era aún un niño de apenas 12 años, que disfrutaba la vida como cualquier niño de su edad.
En Sudáfrica, en el año 1988, Martin Pistorius tenía 12 años y era un niño completamente sano y feliz que acudía al colegio como sus compañeros. Un día, el joven Martin se quejó de un terrible dolor de garganta y nunca más volvió a ir al colegio. Su destino quedó marcado para siempre.
Su cuerpo cada día empeoraba más, no sabía hacer cosas básicas como regar una planta, se quejaba de lo doloroso que le resultaba caminar y empezó a sufrir agarrotamiento en las extremidades. El diagnóstico de los médicos nunca llegó a ser concluyente aunque le trataron como si sufriera de tuberculosos y meningitis criptocócica, pero el tratamiento jamás funcionó.
La situación no mejoraba para Martin y su cuerpo y mente fueron a peor. Un año después de aquello, los médicos determinaron que se trataba de un trastorno neurológico degenerativo y que su hijo tenía la función cerebral de un bebé de 3 meses, por lo que lo mejor era llevarle a un centro especializado que cuidase de él.
Con 14, Martin estaba en un estado vegetativo llamado coma virtual: no podía moverse, hablar ni responder a los estímulos y así pasó dos años de su vida en un centro de atención especializado.
Un buen día , dos años después de aquello, Martin empezó a sentir que volvía a la vida, sin saber muy bien por qué estaba ahí o qué le había pasado. Con 19, empezó a ser plenamente consciente de quien era y qué estaba pasando, pero su sufrimiento no había hecho más que empezar porque a pesar de que su mente empezó a responder a los estímulos del exterior, su cuerpo seguía sin reaccionar.
"Al principio yo quería luchar por mi destino y dejar algún signo que guiara a la gente hacia mí y me sacara de la oscuridad, del mismo modo que Hansel y Gretel dejaron migas de pan para que los encontrasen. Pero mis esfuerzos nunca fueron suficientes", recoge Daily Mail en sus declaraciones.
Con el paso de los años, Martin empezó a poder mover levemente su cuello y algunas partes de su cuerpo, pero nadie le dio mayor importancia. Nadie, salvo Virna Van Der Walt, su ciudadora, la que se encargaba de darle masajes estimulantes, la que se percató de que Martin respondía a sus preguntas con gestos y de forma coherente.
La insistencia de esta enfermera llevó a la familia a percatarse del increíble hallazgo y reaccionaron llevando a su hijo a realizarse una serie de exámenes que corroborasen las teorías de la enfermera. Un centro especializado de la Universidad de Pretoria comenzó a trabajar con Martin y pronto empezaron a notarse mejoras importantes en sus respuestas.
Martin recibió un regalo muy especial por parte de sus padres: un ordenador con software de comunicación y poco a poco pudo aprender a comunicarse.
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En el año 2003, Martin encontró un trabajo remunerado en el propio centro especializado de la Universidad de Pretoria, donde sus ganas por aprender le llevaron a poder crear sitios web y dedicarse a ello. Seis años más tardes se casó con Joanna, una trabajadora social de la que se enamoró perdidamente y ahora viven juntos en Inglaterra.
"Fue ella quien me ha enseñado a entender el verdadero significado de un pasaje bíblico que nos hacían leer: "Hay tres cosas que perdurarán - fe, esperanza y amor - y el mayor de ellos es el amor", sentenció.
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