Apuesta porque el FMI vigile más a países de gran incidencia económica como Estados Unidos y no a pequeñas economías
SAN LORENZO DE EL ESCORIAL, 25 Jul. (EUROPA PRESS) -
El premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, ha asegurado este lunes que el Banco Central Europeo (BCE) es un gobierno económico "atado a la teoría errónea" de que la inflación debe ser la piedra angular que conforme las políticas económicas, al tiempo que ha criticado que el Fondo Monetario Internacional (FMI) se centre más en controlar a países pequeños, cuya incidencia en la economía es mínima, y no vigile a países como Estados Unidos.
"Tienen que vigilar a Estados Unidos y no a Guatemala", ha espetado durante su paso por los Cursos de Verano de El Escorial, organizados por la Universidad Complutense de Madrid, en los que ha intervenido en una conferencia titulada 'Economía Política de la crisis internacional'.
De esta forma, Stiglitz ha hecho una crítica general del fundamentalismo económico que domina las políticas globales, puesto que, si bien se han analizado algunos problemas y se han adoptado ciertas soluciones, a su juicio, la realidad es que los Gobiernos mundiales no han iniciado una verdadera reforma del sistema económico y de los mercados. "Lo que ha hecho la crisis es introducir un cambio en el debate, un reconocimiento del problema, pero el modelo que se enseña en las universidades es el mismo", ha sentenciado.
Asimismo, ha incidido en la gran cantidad de respuestas infructuosas que se están dando en la economía mundial a la crisis, destacando especialmente el mal hacer de los bancos centrales, entre ellos el europeo; y, en este sentido, ha subrayado que "ahora ya se sabe que la inflación es una base falsa para enfrentarse a la ley del capital".
Según Stiglitz, "la mayoría de los bancos centrales deberían preocuparse del empleo, de la estabilidad financiera", pero aquí, en Europa, "dijeron que sólo tenía que controlar la inflación", lo cual significa que los europeos intentan salir de la crisis bajo los designios de "un banco cuyo mandato está atado a una teoría errónea". "No hay teorema que diga que sólo hay que intervenir en una variable", había señalado poco antes.
DUALIDAD ENTRE LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA ECONÓMICA
De hecho, para el Premio Nobel de Economía el problema no reside en la teoría económica, que ya encontró soluciones a las disfunciones del mercado pasada la década de los cincuenta del siglo pasado, sino en la imposición, por encima de los descubrimientos de la ciencia, de ideologías económicas más interesadas en los beneficios.
"En Estados Unidos, tras el crack del 29, se aprobaron leyes regulatorias para la banca que funcionaron tan bien que por primera vez en la historia del capitalismo, durante 30 años, no hubo crisis, lo que llevó a pensar que no se necesitaba esa regulación", ha explicado, "pero el motivo real es que esa regulación funcionaba".
Casi 80 años después, con la desregulación de Gobiernos como el de Ronald Reagan o Margaret Thatcher, y su consiguiente desarrollo durante varias décadas, la economía global giró hacia otro tipo de factores y encumbró la concepción del Producto Interior Bruto como el indicador de la salud de un país. "Los europeos querían parecerse a Estados Unidos, porque en América el producto interior crecía cada año. Sin embargo, la mayoría de los americanos estaba en peores condiciones cada año y hoy están peor que en el año 97", ha expuesto.
"EXISTE UNA ESTRUCTURA BANCARIA DE JUEGO Y APUESTA"
Así, respecto a la situación de los americanos, Stiglitz ha comenzado rememorado lo paradójico que resulta que el ex gobernador de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, preguntado por casos como el de AEG y Goldman Sachs, en relación al uso fraudulento del dinero que percibieron del Gobierno, dijera que estaba sorprendido y que creía en la autoregulación. "El mayor regulador del mundo diciendo que no entendía la regulación", ha ironizado.
"Después llegó Ben Bernanke", actual presidente de la Reserva, "y dijo que no había habido un fallo, sino que se trataba de un pequeño detalle en la producción", ha indicado, juzgando que lo que realmente ocurrió fue que "no se reconoció el problema". "Se trataba de un problema claro sobre el valor de las agencias, del cual son ejemplo claro los mercados: las personas que toman decisiones que les benefician, pero cuyos réditos ni siquiera llegan a los accionistas de las empresas", ha agregado.
Para Stiglitz, "o los bancos eran muy estúpidos o estaban robando a los accionistas y a la sociedad", algo, esto último, que ha considerado más factible, sobre todo teniendo en cuenta la estructura "para dedicarse al juego y a las apuestas" que se había creado en torno a las grandes empresas. "A los pobres les dijeron que siguieran gastando, mientras ellos se fijaban en los incentivos y dejaban que la burbuja, que no reconocían, se hinchara", ha agregado.
EL ENDEUDAMIENTO ES EL ESCLAVISMO DEL SIGLO XXI
La consecuencia, ha planteado, es que se han "socializado la perdidas y se han capitalizado las ganancias", reintroduciendo el esclavismo y pidiendo a personas que están "endeudadas por encima del cien por cien de su valor" que sigan pagando un 25 por ciento "hasta el final de sus vidas". "Es el nuevo trabajo forzado", ha matizado, a la vez que ha hecho hincapié en la necesidad de trascender el sentido de las desigualdades y ver que son el lastre de la economía moderna.
En este sentido, el economista ha expuesto, una vez más, sus críticas al Fondo Monetario Internacional (FMI), del que ha denunciado su inhabilidad para tratar la desigualdad como un factor económico determinante, ya que, según ha considerado, "asume que el mundo es idéntico".
No obstante, a este respecto, ha destacado que en la cumbre de abril por primera vez hubo un reconocimiento en este sentido, que ha juzgado insuficiente, pero que ayuda a dar cuenta de ciertas realidades económicas. "Hay muchos países que consumen menos de lo que producen --excedentarios--, pero esa virtud, por ejemplo, genera un coste en otros países", ha señalado.
"Ahora hay un reconocimiento de las externalidades globales y de una necesidad regulatoria, tanto a nivel macroeconómico como microeconómico, reconociéndose la interdependencia de las economías, pero en la práctica es muy difícil actuar conjuntamente", ha incidido, al tiempo que ha lamentado que el debate, aunque planteado, no haya avanzado en este sentido.
Dicho esto, Stiglitz ha subrayado que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, "puede haber resuelto los problemas de los bancos con dinero", pero ha apuntado que en ningún caso "ha intentado resolver los problemas subyacentes estructurales" de la economía estadounidense. "La inercia y los intereses creados continúan y, por tanto, la batalla de ideas también. Creo que va a ser un periodo interesante", ha concluido.