MADRID, 16 Oct. (EDIZIONES) -
Más de 1.200 años. Se dice pronto pero abarcan mucho. Esta es la antigüedad que acumulan cuatro de las empresas familiares más antiguas de España. Con perfiles muy distintos, los grupos Codorniu-Raventós, Gomà-Camps, Arcos Hermanos y Matas SL han explicado a Mercado Financiero los principales retos a los que se enfrentan ahora como empresa familiar tras haber sobrevivido a los 1.237 años de historia que suman entre las cuatro.
Justo en este tema lleva centrado mucho tiempo el Instituto de la Empresa Familiar, que celebrará a partir del próximo lunes la XIX edición del Congreso de la empresa familiar bajo el lema 'Crecimiento con raíces', uno de los principales retos de este modelo de empresa que representa el 89% de las compañías del país.
"La dimensión es un reto, como la competitividad de la empresa", asegura el director de Economía y Empresa del Instituto de la Empresa Familiar, Esteban Sastre, quien indica que entre los principales desafíos del colectivo también están la calidad del capital humano y los problemas con un sistema fiscal que consideran demasiado complicado.
"En España el tamaño medio de las empresas familiares es de aproximadamente 4,6 personas frente a los 6,2 de la UE y esto supone un problema que se ha puesto de manifiesto en situaciones como la crisis, en la que se han quedado por el camino 140.000 empresas", asegura Sastre. Él cree que la dificultad fiscal ha contribuido a este fenómeno.
Con él coincide el presidente del consejo de administración de la sexta empresa más antigua de España, Matas SL, René Matas. Él, a pesar de estar retirado, sigue muy en contacto con la empresa familiar, una consignataria de buques con nueve trabajadores en plantilla y formada en 1784, de la que René Matas representa a la décima generación de empresarios.
"En otros países tienen facilidades en créditos, en imposición o en documentación, mientras que España es un país altamente burocratizado, lo que hoy en día se lo pone muy difícil a la pequeña empresa", explica el presidente de Matas.
El empresario naval asegura que competir con las 'startups' no es fácil para las empresas pequeñas de larga trayectoria, algo que, según él, también supone un reto dificultado por la poca protección institucional.
LA GRAN EMPRESA FAMILIAR, EL CASO QUE RESISTE
Codorniu-Raventós es un caso distinto. La productora catalana de cava se presenta como la empresa más antigua de España con data de 1551. Ahora, después de 465 años es una de las empresas más importatnes del país y está liderada por Mar Raventós, perteneciente a la decimoctava generación de empresarios de su familia.
"Ser presidenta de Codorníu es mucha responsabilidad y también un orgullo", explica Raventós, quien lleva 40 trabajando en la compañía. "Nací en una familia en la que la pasión por la tierra, el vino y el cava se lleva en la sangre". Raventós asegura que ha vivido una de las etapas más decisivas de la historia de la empresa, con la compra de viñedos y bodegas y una expansión inédita.
Para ella, el principal reto de una empresa 100% familiar es que prevalezcan en el tiempo el respeto a unos apellidos y a un legado, "sabiendo hacer para ir todos a una, sin conflictos".
Para mantener un criterio unificado el grupo productor de cavas creó en 1999 un protocolo de conducta y obligaciones que afecta a los 215 miembros del accionariado en el que acordó que sólo pueden ejercer en la compañía cuatro miembros de la familia, uno por cada rama familiar y garantizaron así la plena transparencia de la misma.
El grupo catalán Gomà-Camps es un poco más joven. Dedicados a la fabricación y distribución de papel de distintos tipos, se fundó en 1758 y actualmente cuenta con unos 450 empleados en todo el mundo.
"El reto para mí es preservar la sucesión y la viabilidad de la empresa", cuenta el director general de la empresa, Maties Gomà-Camps, quien también ha dedicado su vida al negocio familiar. "Cuando estás al frente tienes que conseguir hacer una empresa competitiva y bien estructurada que pueda hacer frente al mercado", explica.
LAS 'STARTUPS', EL NUEVO COMPETIDOR'
"Lo más importante es tener buena predisposición para el entendimiento", añade como otro reto el director técnico de Arcos Hermanos, Roberto Arcos Pérez, miembro de la novena generación de una empresa albaceteña de la que se tienen señales desde 1734. "Crear un equipo que funcione bien es lo esencial", recalca Arcos. "Nosotros, a pesar de que tenemos 350 empleados, tenemos un equipo de gestión y administración de unas 40 personas, lo que hace que las decisiones sean ágiles y nos vuelve más competitivos para hacer frente a las 'startups'", explica el director de la cuchillera.
Por su parte, para el director general de Gomà-Camps, la gran ventaja de una empresa familiar consolidada frente a una nueva 'startup' es su recorrido. "La estructura de una 'startup' es muy corta y tiene que demostrar muchas cosas aún, pero una empresa ya consolidada tiene un recorrido, unas confianzas ganadas en el mercado financiero que influye mucho", recalca Maties Gomà-Camps.
LOS OJOS PUESTOS EN EL EMPLEO
Todos coinciden. La carga moral de estar al frente de una empresa familiar supone una gran responsabilidad y, como bien resume Gomà-Camps, "nadie quiere ser quien entierre la empresa de su familia".
Esta intención de mantener la empresa en pie podría ser uno de los motivos por los que, según el Instituto de la Empresa Familiar, este las empresas familiares en España, tanto las grandes, como las pequeñas, han mantenido durante la crisis su compromiso con el empleo aunque, en algunos casos, haya sido a costa de perder competitividad y rentabilidad. De hecho, de este modelo empresarial depende al menos el 67% del empleo del sector privado en España.
"Una empresa familiar siempre mira a futuro, los resultados a final de año son muy importantes, lógicamente, pero no son imprescindibles", concluye Gomà-Camps, quien como los responsables de Codorniu-Raventós y Arcos Hermanos, se enfrenta al futuro con optimismo.