MADRID 4 Feb. (EUROPA PRESS) -
El director del Centro Psicopedagógico Área 44, Juan José Millán, alertó hoy de que si los castigos que se aplican en los centros de menores con problemas de conducta sólo son punitivos y no correctores, la eficacia de los mismos es "nula" para la reeducación de los jóvenes.
Así lo aseveró este experto, en declaraciones a Europa Press, tras conocer el informe de la investigación del Defensor del Pueblo, que destapaba malos tratos y vejaciones a los menores internos en varios de estos centros españoles. "Parece que la técnica utilizada para el castigo se basa únicamente en proteger a los demás, en lugar de reeducar al menor conflictivo", explicó.
Para Millán, el daño físico y verbal, aplicado para sancionar a los chavales de los centros, tal y como denuncia el informe de Múgica, genera "graves secuelas", como la baja autoestima, ansiedad, sobreexcitación o conductas autodestructivas, entre otras, que, a la larga, afectan no sólo al desarrollo social de estos chicos, sino también al fisiológico (crecen incluso a un ritmo más lento que el resto de los de su edad).
Fracaso, vergüenza constante, falta de estimulación, hostilidad hacia los demás, incapacidad para mostrar placer o alegría, intentos autolíticos, completan, a juicio del experto, el catálogo de consecuencias por las presuntas vejaciones cometidas sobre los jóvenes en estos centros.
"NO TODOS LOS PROBLEMÁTICOS SON ENFERMOS"
Sobre el exceso de medicación suministrado a algunos jóvenes en los centros --como ansiolíticos o neurolépticos--, denunciado también por el Defensor del Pueblo, con el objetivo de que permanezcan tranquilos y pasivos, Millán indicó que "la falta de control" sobre la medicación puede generar trastornos cognitivos y físicos, así como dependencia y habituación a los fármacos.
En este sentido, denunció que "en muchos casos, enseguida se cataloga al menor problemático como un enfermo", al que se medica sin explorar otras vías para reeducarlo.
A su juicio, es necesaria una evaluación individual de cada caso, atendiendo al contexto social y familiar del menor; valorar las expectativas que tiene sobre sí mismo y sobre su futuro; generarle motivaciones; ponerle en contacto con personas con las que adquiera confianza, no sólo para hablar de lo que le pasa en ese momento, sino también sobre su pasado (muchos han sufrido violencia desde pequeños).