Ana Cristina, candidata a acoger: "Llevo dos años y medio esperando que me den un niño"
MADRID, 15 May. (EUROPA PRESS) -
Más de 18.000 niños siguen en centros de menores en España pese a que la Ley de Infancia aprobada en 2015 impulsó el acogimiento a fin de que pudieran hacer vida familiar lo antes posible. En muchos lugares del país faltan familias acogedoras porque faltan campañas institucionales de información y recursos económicos para dar un impulso a este modelo que la normativa fija como preferente.
Lo explica en declaraciones a Europa Press el presidente de la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (ASEAF), José Martínez, que representa a entidades de 13 comunidades autónomas y que reclama "valentía" para sacar a todos esos niños de los centros de menores, antaño conocidos como orfanatos, en los que residen porque ni sus progenitores ni nadie en su familia extensa puede hacerse cargo de ellos.
"En muchos sitios faltan familias. Lo que ocurre es que el sector de protección de la infancia es duro. Hacen falta buenas campañas sobre sensibilización y divulgación, me atrevería a decir que campañas agresivas, para que la sociedad sepa qué perfil tienen estos niños, cómo han llegado a esa situación de no poder vivir de forma temporal o definitiva en sus familias y por qué la importancia de que puedan estar en familia y no en un centro", afirma.
Martínez afirma que en la sociedad persisten "miedos y desconocimiento" sobre la acogida y por eso reclama las campañas, pero no sólo. "Hace falta un cambio de políticas sociales y que nuestros gobernantes sean más valientes y practiquen políticas que faciliten que este programa vaya adelantye: Más recursos económicos, analizar el ratio que tiene cada comunidad autónoma de profesionales en función del número de niños, analizar la falta de técnicos especializados y tomar medidas, pero cada administración lo lleva de una manera", lamenta.
Ocurre lo mismo con la remuneración económica que reciben las familias acogedoras. Dado que están haciéndose cargo de un menor cuya tutela es de la administración --"somos sus colaboradores", dice Martínez--, perciben una pensión de manutención para el menor, pero esta puede variar en función del territorio desde los 200 hasta los 400 euros al mes.
300 EUROS CON UNA FAMILIA, 2.500 EN UN CENTRO
ASEAF viene años reclamando que se fije un mínimo común para todo el Estado y la comunidad que quiera incrementarlo, lo haga por su cuenta. También pide sentido común, no entienden que por acoger a un segundo niño, generalmente el hermano del primero, la pensión de manutención mengüe, "como si les estuviesen penalizando por hacer más".
Explica que en contraste, un centro de menores, ya sea gestionado por una organización sin ánimo de lucro o por una empresa privada, cobra de media a la administración 2.500 euros por niño, "una diferencia muy grande".
Ana Cristina dice que aún no ha echado cuentas, aunque ya tiene todo lo demás, habitación, cuna y ropita de bebé en distintas tallas. Esta mujer de 31 años residente en Cádiz se embarcó hace dos años y medio junto a su marido en la misión de convertirse en familia de acogida de urgencia (FAU), es decir, un hogar abierto 24 horas al día y 365 días al año para recibir por un tiempo limitado a cualquier menor de 0 a 6 años de edad que la Administración encuentre en desamparo.
"TITÁNICO Y ESTRESANTE"
Cuenta a Europa Press que el ejemplo de su primo, acogedor de urgencia desde hace más de 15 años y de la madre de una compañera de su hija, que desempeña la misma labor, les animaron a embarcarse en esta tarea que define como "titánica" y "estresante". Titánica porque ha perdido la cuenta de la cantidad de papeles que tuvo que reunir y estresante porque en más de una ocasión se vio frente a un cuestionario con cientos de preguntas, "muchas iguales pero formuladas de forma diferente", y sintió ganas de desistir.
Tras meses de papeleos, porque "lo piden todo, desde el nacimiento y el empadronamiento, hasta la renta, el sueldo", entrevistas en las que tuvo que contar "toda la historia de la familia, incluso de sus padres, sus hermanos y sus primos" y exámenes psicológicos que, según dice, casi les vuelven locos, terminaron por fin el proceso con un curso intensivo de tres tardes. También preguntaron a sus hijos, un niño de 10 y una niña de 7 años, sobre su familia y la posibilidad de una acogida.
"Se suponía que después de eso ya estaba todo, pero los papeles todavía tardaron tres o cuatro meses más en tramitarse y después nos llegó una carta en que declaraban la idoneidad y abrían plazo de reclamaciones. Ya terminó ese plazo y seguimos esperando. Eso es lo peor. La espera", señala.
Con todo, sigue con la misma ilusión y llamando de cuando en cuando para ver "cómo va la cosa". Afirma que en casa están mentalizados ante el hecho de que el niño se quedará a lo sumo dos años y después, irá o de vuelta con sus padres o con una familia de acogida permanente, una modalidad que ella no escogió porque no ha descartado tener más hijos. "Claro que me dolerá, pero el tiempo que esté conmigo estará fenomenal y no en un orfanato o centro de menores. Eso no se lo va a quitar nadie", señala.
Está preparada para cualquier eventualidad, no sólo porque ya tiene la cuna y ropa de distintas tallas infantiles. Le han dicho que por su perfil de edad y ocupación --es ama de casa--, es muy probable que le asignen un bebé y que en esos casos de urgencia, no suele haber aún expediente, es decir, no sabrá nada de él. "Nos han advertido de que puede venir malito, sida, hepatitis, cosas así. Yo tengo que proteger a los míos así que tengo avisado al médico, lo primero será que le hagan una revisión completa", explica.
Sigue contando los días y le parece indignante que haya 18.000 niños todavía en centros de menores mientras ella lleva "dos años y medio esperando" a que le asignen un menor. "Me parece alucinante habiendo tanta necesidad", añade.