MADRID, 4 Jun. (EUROPA PRESS) -
El presidente de Siria, Bashar al Assad, ha posado este martes para una 'selfie' al acudir a votar junto a su esposa, en el marco de las elecciones presidenciales celebradas durante la jornada en el país, en las que parte como máximo favorito.
La fotografía ha sido publicada por la propia Asma al Assad en su página oficial en la red social Facebook, y en ella aparece el presidente junto con un grupo de jóvenes que se encontraban en el colegio electoral.
Los comicios ya han sido criticados tanto por los combatientes rebeldes como por la oposición en el exilio, las potencias occidentales y los países del Golfo, ya que consideran que no puede haber unas elecciones creíbles en medio de la contienda, puesto que en las zonas bajo control rebelde los ciudadanos no podrán votar y hay millones de desplazados.
La televisión estatal ha mostrado fotos de Al Assad depositando su voto en un colegio electoral en el centro de Damasco acompañado por su mujer. Asimismo, ha ofrecido imágenes de largas colas de ciudadanos a la espera de depositar sus papeletas en las zonas bajo control estatal, así como a personas portando banderas y fotos del mandatario.
Al Assad se enfrenta en estas elecciones a dos rivales escasamente conocidos en el país y que recibieron el respaldo del Parlamento, que control el partido Baaz del mandatario. Se trata del exministro Hassan al Nuri y el parlamentario Maher Hajjar.
Tanto Hajjar como Al Nuri son figuras relativamente desconocidas y cuentan con poca presencia pública. Ambos han expresado su respaldo a las políticas generales del Gobierno, si bien han formulado someras críticas a la gestión de la crisis y la situación económica.
El ministro de Exteriores sirio, Walid al Mualem, envuelto en una bandera siria mientras votaba, ha rechazado las críticas llegadas desde el extranjero. "Nadie en este mundo puede imponer su voluntad al pueblo sirio", ha defendido. "Hoy el camino hacia una solución política comienza", ha añadido.
EL CONFLICTO
El conflicto, que se ha desarrollado desde un contexto de represión de manifestaciones dispersas por todo el territorio hasta una guerra civil compleja marcada por la división de las facciones opositoras y la inacción internacional, ha dejado un balance de al menos 160.000 muertos y varios millones de refugiados y desplazados internos.
En base a los datos que maneja el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), un total de 2,6 millones de personas han abandonado sus hogares y han buscado refugio en Líbano, Jordania, Turquía e Irak.
La cifra es aún más elevada respecto a los desplazados internos, ascendiendo hasta los 6,5 millones de personas, lo que ha llevado al organismo a describir la situación como la mayor emergencia humanitaria a la que hace frente en la actualidad.
La gravedad de la situación, acentuada por la dificultad de la entrega de la ayuda humanitaria, controlada y regulada por Damasco, ha provocado alrededor de tres cuartas partes de la población viva en la pobreza, con un 53,4 por ciento de la misma en una situación de pobreza extrema, según un informe publicado la semana pasada por la ONU.
La más que probable victoria de Al Assad servirá para reafirmar al régimen en su posición, si bien no servirá para cambiar la naturaleza del conflicto ni para legitimar su postura, muy dañada a nivel internacional.
En este sentido, la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) ya ha tildado el proceso de "farsa" y ha protestado contra las condiciones impuestas para la aceptación de candidaturas, por lo que no aceptará los resultados y se prevé que endurezca su postura.
Pese a ello, el Gobierno ha presentado las elecciones como una muestra de su soberanía e independencia, así como un ejemplo de la democracia que asegura que existe en el país, a pesar de la dura situación que atraviesa, una postura que ha sido respaldada por sus aliados en la escena internacional.