Un año después del ahogamiento del menor, aumenta el balance de muertos en el Mediterráneo
WASHINGTON, 2 Sep. (Por Judith Sunderland, directora asociada de la División de Europa y Asia Central de HRW) -
Hoy hace un año, un niño de tres años llamado Aylan Kurdi se ahogó en el mar Egeo. Tras haber huido de la guerra en Siria con su familia, Aylan murió en el estrecho final de un difícil viaje a la seguridad de Europea cuando la lancha neumática sobrecargada en la que estaba volcó tras abandonar Turquía. Su madre y su hermano de cinco años también murieron ese día. La fotografía del pequeño cuerpo sin vida de Aylan arrastrado a la costa turca provocó horror, empatía e indignación en todo el mundo.
Hubo por un momento una esperanza de que de una terrible tragedia pudiera llegar un cambio positivo. Que los líderes y las personas de Europa pudieran transformar esa empatía y esa indignación en políticas que protegieran, en lugar de poner en peligro.
En lugar de eso, hemos visto una espiral de muertes en el Mediterráneo porque muchos gobiernos de la Unión Europea esquivan sus responsabilidades, cierran las fronteras e intentan externalizar la atención a los refugiados del mundo.
Es cierto que hay ahora más esfuerzos para una búsqueda y un rescate vitales en el mar, particularmente en los estrechos más mortíferos del Mediterráneo. Numerosas organizaciones no gubernamentales tienen un papel crucial en esas operaciones. 2016 ha registrado 3.168 personas muertas o desaparecidas hasta finales de agosto, un aumento de cerca del 40 por ciento en muertes respecto al mismo periodo del año anterior.
Esto puede suponer un nuevo récord de muertes en el Mediterráneo. No sabemos cuántos entre los muertos este año son niños pero, dado que 300 niños murieron o desaparecieron en el Egeo en los seis meses posteriores a la muerte de Aylan, es probable que el número sea alto.
MEDIDAS DE LA UE
Los países de la Unión Europea se han centrado en políticas para impedir que la gente salga hacia Europa y perseguir a los traficantes, a menudo argumentando que ese es el mejor modo de salvar vidas. Un profundamente erróneo acuerdo con Turquía y una problemática colaboración con Libia, con una serie de acuerdos de control de migración con países africanos, han sido justificados con supuestos motivos humanitarios. Si solo pudiéramos impedir que la gente suba a estas embarcaciones, señala esta lógica equivocada, podemos salvar vidas.
Pero si están huyendo de una violencia atroz, de una situación inaguantable en sus países o de unas condiciones económicas insufribles, las personas siguen llegando y el número de niños, incluidos los menores que viajan solos sin sus propios familiares, está aumentando.
A menudo sienten que no tienen otra opción mientras que los pasos que la UE ha dado hacen poco por cambiar esa percepción. Lo que la UE no ha hecho es crear canales seguros y legales para llegar a Europa, algo que podría ayudar a las personas a evitar recurrir a traficantes en primer lugar.
Uno de estos canales es la reubicación de refugiados. En julio de 2015, los gobiernos de la UE prometieron reubicar colectivamente de otras regiones a 22.500 refugiados en los dos siguientes años. Un año después, ni siquiera están cerca de mantener este triste y poco ambicioso objetivo. A fecha de junio de 2016, solo unos irrisorios 7.272 refugiados han sido trasladados a países de la UE.
La UE no debería tolerar que ni una sola muerte más de un niño en el mar. El mejor modo de realmente honrar la memoria de Aylan es adoptar acciones concretas para reducir la necesidad de peligrosos viajes.