LA PAZ 14 Sep. (EUROPA PRESS) -
Menos de dos días después de que el Ejecutivo de Bolivia decretara el estado de sitio en la región separatista de Pando, las Fuerzas Armadas tomaron el control de su capital, donde una ola de violencia desatada por grupos "cívicos" opositores al Gobierno con apoyo de las autoridades regionales dejó más de 30 muertos, un número indeterminado de desaparecidos y grandes daños a los edificios estatales.
En Cobija "hay un estado de sitio", explicó hoy el ministro de Defensa, Walker San Miguel. "Ahí se detiene a las personas que atentan contra la unidad del país, ahí se generan mecanismos institucionales que evitan los saqueos, que evitan el atentado a los servicios públicos, a las instalaciones aeroportuarias, eso es un mecanismo constitucional", indicó en declaraciones recogidas por TeleSur.
La incursión pacífica de las Fuerzas Armadas fue celebrada por la ciudadanía, que vivió días de zozobra después de que unos 16 campesinos e indígenas que se dirigían a Cobija para realizar una asamblea fueran emboscados en un sector rural cerca de la localidad de Porvenir, donde fueron masacrados y acribillados por sicarios, según informó la agencia de noticias ABI. El gobierno boliviano responsabiliza directamente del genocidio al alcalde de la capital Leopoldo Fernández.
El portavoz de la Presidencia, Iván Canelas, y el viceministro de Descentralización confirmaron que los militares tomaron de forma paulatina la capital pandina y que otro grupo numeroso se dirigió al lugar de la masacre campesina para pacificar el lugar y prestar ayuda humanitaria a los familiares de las víctimas y a las decenas de heridos.