BAGDAD, 15 Feb. (Reuters/EP) -
Al menos 2.000 edificios de la ciudad iraquí de Ramadi han sido destruidos y otros 5.700 han sufrido daños como consecuencia de los enfrentamientos entre Estado Islámico y la coalición internacional, según imágenes satelitales registradas por Naciones Unidas desde mediados de 2014.
Irak declaró su victoria sobre Estado Islámico a finales de diciembre, tras hacerse con el control de la antigua sede del Gobierno local en Ramadi, el último bastión de la organización terrorista en la capital de la provincia de Anbar. Pero, más de seis meses de conflicto han dañado la mayor parte de las infraestructuras de la urbe y derribado sus casas, que antaño cobijaban a cerca de medio millón de personas.
El Instituto de Naciones Unidas para la Formación y la Investigación ha documentado el impacto de los combates entre Estado Islámico y la coalición internacional, liderada por Estados Unidos, sobre Ramadi, comparando las imágenes satelitales tomadas el mes pasado con otras fechadas en julio de 2014.
Según el análisis de la ONU, más de 3.200 edificios de Ramadi han sido dañados y 1.165 destruidos, aunque estas cifras prácticamente se doblan si se incluyen los daños registrados en las áreas periféricas. A pesar de que se trata de un análisis preliminar de la organización, pendiente de la confirmación sobre el terreno, las imágenes muestran que ninguno de los distritos centrales ha quedado a salvo del fuego.
Bagdad sigue sin declarar la ciudad como segura, al producirse todavía enfrentamientos entre milicianos y las Fuerzas Especiales iraquíes en algunos distritos de Ramadi.
El Gobierno iraquí ha solicitado financiación internacional para la reconstrucción de la ciudad, aunque todavía debe limpiarla de los explosivos que Estado Islámico dejó a su paso --una actividad que requiere unos fondos de los que Irak carece--. Se espera que las actividades para garantizar la seguridad de Ramadi se prolonguen durante meses antes de comenzar con los procesos de reconstrucción.
Naciones Unidas está trabajando con las autoridades locales para reconstruir las infraestructuras sanitarias, de energía y agua. Mientras tanto, los ciudadanos desplazados se mantienen a la espera en campos o en alojamientos alquilados en otras partes del país.